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Actualizado: 6 de junio de 2025
Es un arco iris como el resumen, o mejor dicho, principio y fin de todo lo visible. En la habitación estaba Florentina, no ensartando perlas ni bordando rasos con menudos hilos de oro, sino cortando un vestido con patrones hechos de Imparciales y otros periódicos.
Y en el comedor, cada vez más solitario, pues los pasajeros abandonaban ya las mesas, Gillespie dejó intactos todos los platos que le presentó el camarero. Ha muerto, ha muerto indudablemente. Cuando vió entrar al encargado de la telegrafía sin hilos del paquebote, mirando á un lado y á otro, con un pequeño sobre en una mano, Edwin se incorporó para atraer su atención.
Juanillo corrió por la borda con la segura tranquilidad de un pillo de playa. Cuidado, muchacho, cuidado. Pero él ya estaba en la proa, y se sentó junto al botalón, escudriñando la negra superficie del mar, en cuyo fondo se reflejaban como serpeantes hilos de luz las inquietas estrellas.
Las conspiraciones cruzaban diariamente sus hilos que venían de diversos focos, y la unanimidad del designio hacía por la exuberancia misma de los medios, casi imposible llevar nada a cabo.
Bajo el puente giratorio llegaban y partían las lanchas de los acorazados, dejando en los muelles flotantes las tripulaciones libres de servicio, que saludaban con escandaloso griterío el salto á tierra. Permaneció aislado el Mare nostrum mientras los obreros del arsenal instalaban en su popa un cañón de tiro rápido y los aparatos de telegrafía sin hilos.
Como si se recreara en su propia infamia aquella criatura perdida y llena de desesperación, había bordado la divisa fatídica en paño de color escarlata, con hilos dorados, y con todo el arte de que es capaz la aguja; de tal modo, que aquella A mayúscula podría haberse tomado por la inicial de la voz Admirable ó de otra por el estilo, excepto la de Adúltera, que realmente significaba."
Les he visto cambiar una poncha, ó mantilla de pieles de zorras pequeñas, tan finas y hermosas como las de armiño, de cinco á siete pesos cada una, por cuatro hilos, ú órdenes de cuentas, que no valian mas de cuatro peniques, ó poco mas de real y medio de España de vellon.
Se pone unos hilos de azafrán para darle color, y se filtra. Para que el color salga por igual, después de filtrado se une todo, y últimamente se embotella.
Dos hilos de sangre negra manchaban su labio superior, y tenía la mano izquierda crispada contra el pecho. Como ya murió el célebre homeópata Dr. Idiáquez, puedo divulgar el secreto que me impuso bajo mi palabra. Hace precisamente diez años que principió la extraña dolencia que motivó mi visita a aquel facultativo, y cuya rápida curación fué el primer escalón de su fama.
Aunque se explique algo de esta suerte, queda mucho que se ignora, y en la misma narración se anudan otros hilos, y se aumentan los motivos, que mantienen viva la expectación del oyente. Es innegable, que, con este método de exposición, aventaja mucho nuestro poeta á Lope de Vega, por ser más claro y más sencillo, y suplir á la vida y la energía real del principio de las comedias del mismo Lope.
Palabra del Dia
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