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Entretanto la señorita Margarita, inclinada sobre el acirate y tropezando en su largo vestido, saludaba con un pequeño grito de alegría cada fresa que llegaba á descubrir. Yo me mantenía cerca de ella, llevando en mi mano la hoja de higuera sobre la que depositaba de tiempo en tiempo una fresa, contra dos que engullía para alentar su paciencia.

En fin, hace usted bien en desaparecer de la escena por algún tiempo; después volverá con más bríos; para entonces, suceda lo que quiera, el negocio pendiente estará ya resuelto y el expediente de nuestro ferrocarril despachado: dirá la oposición que nada vamos ganando con ponernos en contacto directo con los salvajes, pero, lo de la higuera: si ellos pudieran, hacían uno a la luna. ¿Ha visto a Rocchio?

Ana todas las mañanas, por la fresca recorría la huerta y sacudía las ramas cargadas de cerezas acompañada de don Víctor, Pepe el casero y Petra; llenaban grandes cestas, forradas con hojas de higuera, de aquellos corales húmedos y relucientes; y la Regenta sentía singular voluptuosidad sana y risueña al pasar la finísima mano blanca por las cerezas apiñadas sobre la verdura de las hojas anchas y bordadas.

Eso dirá interrumpió la dueña; pero yo recuerdo haber oído afirmar al señor canónigo Miguel de la Higuera, gran sabidor de abolengos, que los señores de San Vicente eran de muy antigua casa, que guerreó mucho con los moros, y vienen de una María de la Cerda, y cuentan con dos condestables de Castilla, y tienen sus armas pintadas en los sitiales de la capilla mayor de San Vicente de esta ciudad. ¿Acaso no va predicando la alteza de la casta el mesmo continente de don Gonzalo? ¿Viose nunca un mancebo más cortés, más bizarro? ¿Cuál otro más diestro en las armas, cuál otro danza y tañe como él?

19 ¿Aún no est la simiente en el granero? Ni aún la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el rbol de la oliva ha florecido todavía; mas desde este día daré bendición. 20 Y vino segunda vez palabra del SE

27 Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con potestad y gran gloria. 28 Y cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca. 29 Y les dijo también una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya brotan, viéndolos, de vosotros mismos entendéis que el verano está ya cerca.

Juan Anio de Viterbo, el P. Herman de la Higuera son despreciados de todos los hombres de juicio, porque descubiertamente, y de intento han engañado á muchos, fingiendo aquel inscripciones antiguas, y este libros apócrifos, como son los Cronicones de Flavio Déxtro, y otros que ha rechazado D. Nicolas Antonio.

Despertaron á los dormidos pasajeros con el sobresalto y asombro que suele causar cualquier alboroto á los que están durmiendo, y más oyendo nombrar fuego, voz que con más terror atemoriza los ánimos más constantes, rodando unos las escaleras para bajar más apriesa, otros saltando por las ventanas que caían al patio de la posada, otros que por pulgas ó temor de las chinches dormían en cueros como vinagre, hechos Adanes del baratillo, poniendo manos donde habían de estar las hojas de higuera, siguiendo á los demás y acompañándolos Don Cleofás con los calzones revueltos al brazo y una alfagía, que por no encontrar la espada topó acaso en su aposento, como si en los incendios y fantasmas importase andar á palos ni cuchilladas: natural socorro del miedo en las repentinas invasiones.

Mientras escogía yo la más ancha de las hojas de una higuera, la señorita de Porhoet cerró á medias un ojo y siguió con el otro y con complacida sonrisa la gallarda marcha de su favorita, á través del camino lleno de sol. Mírela, primo me dijo muy quedo ¿no sería digna de ser de los nuestros?

11 Y haré cesar todo su gozo, su fiesta, su nueva luna y su sábado, y todas sus festividades. 12 Y haré talar su vid y su higuera, de la que ha dicho: Mi salario me son, que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.