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Actualizado: 1 de junio de 2025
Apenas me desembarace de ciertos asuntos que me tienen amarrado en Madrid; más claro, apenas logre reunir algun dinero, me iré á Sevilla, mandaré hacer una losa, pasaré á la raya de Portugal, y yo mismo la colocaré en una sepultura, en nombre de todos mis hermanos. Ya tengo hecho el epitafio, el cual pertenece tambien á mis lectores; hélo aquí.
Puesto así a raya Federico Bullen, dejole en el suelo, mientras que los hombres entraron silenciosamente, colocándose en el centro del cuarto y alrededor de una larga mesa de toscas tablas. Inmediatamente Juanito encaminose con gravedad hacia un armario y sacó varios objetos que colocó sobre la mesa pausadamente. Y azúcar. Las manzanas hinchan. Helo aquí todo terminó. Olvidábame el tabaco.
Estará, seguramente, en los cinemas de quinta clase.... Eso es; helo aquí. Y dirigiéndose á la vieja, le dió el nombre de una calle y el título de un cinematógrafo. Un poco lejos, abuela; en Grenelle, al otro lado de París; ¡pero tomando el Metro!... Allí encontrará á su nieto durante una semana.
Apenas sentadas, empezaron a manejar los gemelos y sus ojos se detuvieron en Magdalena. Esta, involuntariamente, hizo como ellas. Hubo por un segundo un cambio de observación escudriñadora que me heló de espanto, porque al primer golpe de vista había reconocido un rostro testigo de antiguas debilidades y al encontrarlo de nuevo causa de recuerdos detestados.
Con todo, un momento después se despidieron, y mientras Berta iba a dejar su sombrero, Mazzini avanzó en el patio: ¡Bertita! Nadie respondió. ¡Bertita! alzó más la voz, ya alterada. Y el silencio fué tan fúnebre para su corazón siempre aterrado, que la espalda se le heló de horrible presentimiento. ¡Mi hija, mi hija! corrió ya desesperado hacia el fondo.
Y esa fué la razón por la cual, hace ya bastante tiempo, en ese reino más allá de la mar un soplo descendió de una nube, y heló a mi bella Annabel Lee; de suerte que sus padres vinieron y se la llevaron lejos de mí para encerrarla en un sepulcro, en ese reino más allá de la mar.
Todos creimos que el Panteon se hundia, y que la cúpula, y las naves, y los techos, y las columnas, aquella enorme masa revuelta y confundida, se desplomaba sobre nuestras cabezas. Las dos señoras arrojaron un chillido que nos heló la sangre; yo creí que la tierra faltaba á mis piés, y me agarré frenéticamente á los hombros del brigadier Rotalde.
El P. Gil estaba sentado a su mesa de escribir, leyendo a la luz de un quinqué. Una sonrisa de afecto y entusiasmo contrajo los labios de la joven devota. Abrió de golpe la puerta para darle una grata sorpresa y exclamó con alegría: ¡Padre, aquí me tiene usted! El sacerdote levantó los ojos sorprendido. La sonrisa de la beata se heló repentinamente en su rostro.
Iba á decir mas, pero se le heló la sangre y el habla quando vió que las dos muchachas se abrazaban amorosamente de los monos, inundaban en llanto los cadáveres, y henchian el viento de los mas dolientes gritos. No esperaba yo tanta bondad, dixo á Cacambo; el qual le replicó: Buena la hemos hecho, Señor. Los que vm. ha muerto eran los amantes de estas dos niñas. ¡Amantes! ¿cómo es posible?
Don Fabricio, pasados algunos instantes de sobresalto, logró dominarse y hasta sonreir; y levantóse de su asiento para ir a apagar la luz, que inadvertidamente habría dejado algún criado encendida en el estudio. Abrió la puerta resueltamente, ... y ¡se heló su sangre!
Palabra del Dia
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