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Actualizado: 12 de junio de 2025
Pongamos que estoy demasiado bronceado para ella, y no hablemos más del asunto. Pues no eres poco difícil... ¿No hay nada más? preguntó la tía Liette muy divertida. Como pasos oficiales, no hay más, y ya es bastante... Pero he recibido otras dos visitas, la una muy simpática... y la otra un poco menos. ¿Cuáles? Eso, joven, es el secreto profesional. Busca y encontrarás. ¿Quién puede quererte bien?
Es verdad: repuso aquella mujer, cuyo semblante se había cubierto con la expresión de la mayor reserva; pero es el caso, que cosiendo se gana muy poco, y que hay que pasar por un aprendizaje, durante el cual nada se gana. ¿Cuánto suele durar ese aprendizaje? Acaso un año. No hablemos más: venga usted conmigo. Pagué: salimos del café y llevé a aquella mujer a mi casa.
Había tal resolución en su negativa, se reflejaba de tal modo en su rostro la dolorosa extrañeza, que Alicia creyó inútil insistir. Está bien; no hablemos más. Conozco tu carácter, y sé que permaneceríamos aquí discutiendo muchas horas sin resultado. Yo buscaré el medio de devolverte lo que es tuyo.... ¡Adiós, Miguel!
De no estar solo me dijo con singular emoción, con objeto de que si algún día alcanzo un nombre no me vea reducido al triste resultado de coronar mi egoísmo. Después añadió: No hablemos de estas cosas demasiado pronto. Usted será el primero a quien daré cuenta de ellas cuando llegue el momento. Guardó silencio un instante y poniéndose de pie me dijo: No estemos aquí: esto huele a derrota.
No hablemos más de esto dijo. ¡Pero!... exclamó Dorotea... En resumidas cuentas... dijo un comediante como don Bernardino de Cáceres es vuestra sombra, y se ha encontrado con otra sombra mayor... ¡Ah!
Para que hablemos en favor de ellos, no tienen cuando no el título de españoles, el de hombres, i aun mas que el de hombres i el de españoles, el de desdichados? Cómo, pues, he de loar por acciones cristianas la codicia i los latrocinios? Esto seria canonizar las maldades i atribuir á la doctrina evangélica lo que la doctrina evangélica repugna.
Llegué ayer, mañana salgo para Lisboa. Una corta detención: hablar dos palabras con el empresario del Real; tal vez venga el próximo invierno a cantar La Walkyria. Pero hablemos de usted, ilustre orador... más bien dicho de ti, porque nosotros creo que aún somos amigos. Sí: amigos, Leonora... yo no he podido olvidarte.
Jamás se da un escándalo; las mujeres no se extralimitan en nada; nunca hemos tenido disgustos con la Policía. Pero me estoy charla que charla y no me acuerdo de que hablemos de ti. CIRILO. ¡Bah! ¡Yo no soy interesante...! LEONIE. ¿Por qué...? Vas a ser desmovilizado y debes preocuparte del porvenir... CIRILO. Volveré en seguida a mi antigua profesión...
Todo está en ponerse... Y es cosa muy sencilla. Al menos a mí me parece que no me ha de costar ningún trabajo. Lo siento yo aquí entre mí». Depende también de las personas con quien uno se junta le dijo su amigo muy serio . Hablemos ahora de otra cosa.
Arrellanose el cura en su sillón como hombre que toma súbitamente una gran resolución. Bueno, Reina; te escucho. Más vale que hablemos franca y abiertamente de lo que te preocupa que no que andes quebrándote la cabeza con divagaciones. Yo no me quiebro nada, señor cura, y no divago; únicamente pienso mucho en el amor porque... ¿Por qué? No, nada.
Palabra del Dia
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