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Actualizado: 1 de octubre de 2025
Ahora más que nunca me enorgullezco de mandaros, dijo el barón contemplando con amor al puñado de héroes que le rodeaba. ¿Qué es eso, Roger? ¿Estás herido? Un rasguño, señor barón, contestó el escudero restañando la sangre de un tajo que le cruzaba la frente. Deseo hablarte, Roger, y también á vos, Norbury, dijo el barón dirigiéndose al escudero de Sir Oliver.
De tal modo, que parecía evitar cuidadosamente por medio de una conversación varia e interesante que Mario tuviese ocasión para decirle a qué había venido. Pero éste se mostraba a cada instante más taciturno. Bruscamente le dijo: Godofredo, necesitaba hablarte algunos instantes a solas. Tú me dirás a qué hora puede ser. ¿A solas? preguntó el terso joven, ruborizándose de nuevo. ¿Por qué a solas?
Prefiero seguirte por el mundo, aunque no quieras; ser tu criado, verte... hablarte, mejor que enterrar aquí mi desesperación bajo millones. ¡Ah, niño! ¡niño mío!... ¡Cómo me quieres! ¡Cómo te adoro! Y cayó sobre él frenética de pasión, impetuosa, loca, apresándole entre sus brazos como una fiera.
Muchas veces he querido hablarte de eso; pero o no he tenido valor para hacerlo, o tú, con tus palabras amorosas, has distraído mi pensamiento. Bueno es que lo sepas todo. Así no podrás decir nunca que te engañé.
Y después de haber andado todavía algunos minutos en silencio, se detuvo de improviso delante de Marta y dijo: Si tuvieras tiempo, hija mía, ¿podrías quizá venir un momento? Tu madre y yo tenemos que hablarte. ¡Vaya, vaya, ahora comprendo esos largos preliminares! ¿Puedo asistir yo también a la entrevista? No respondió él, tú te quedarás en la cocina.
Seguiré tu consejo, aunque, si he de serte franco, eso de dar á los pobres viene á ser una tontería, porque cuanto les das se lo gastan en aguardiente. Pero ya lo arreglaremos de modo que el dinero de la perla no vaya á parar á las tabernas... Y ahora quiero hablarte de otra cosa.
¡Qué he de llevarte!... ¡Acaso explicablemente no he hablado nunca de religión contigo y al tocar incidentalmente el tema he creído ver confirmadas las mismas sospechas que me retrajeron antes, si alguna vez pensé hablarte de estas cosas. ¿Puedo saber de qué índole son esas «sospechas», señor médico?... ¡Qué tema tan aburrido! interrumpió Lorenzo.
Su ansia de enamorado sólo le dejaba pensar en el presente. ¿Y yo? dijo con tono de reproche . Me has abandonado en el mejor de nuestros instantes. Eres desgraciada; razón de más para que no me alejes de tu lado. Yo puedo alegrar tu vida... Adivino lo que piensas. No, no pretendo hablarte de amor.
«Esto de alquilar la casa próxima a la tuya dijo Santa Cruz , es una calaverada que no puede disculparse sino por la demencia en que yo estaba, niña mía, y por mi furor de verte y hablarte. Cuando supe que habías venido a Madrid, ¡me entró un delirio...! Yo tenía contigo una deuda del corazón, y el cariño que te debía me pesaba en la conciencia.
Me había propuesto dijo una noche en la imprenta Millán a Pepe no hablarte de ciertas cosas, porque me duele recordar lo pasado; pero es necesario que sepas lo que te voy a contar, para que estés advertido. Si no andas listo, a los disgustos de ahora tendrás que añadir otros, y de peor índole. ¿Qué quieres decir? Es necesario... que vigiles a tu hermana. ¡Millán! No nos enfademos; ten calma.
Palabra del Dia
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