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Actualizado: 3 de julio de 2025
Tendría cerca de sesenta años, la cara curtida, la expresión simpática, la nariz roja, que brillaba entre la barba, inculta, como una rosa entre el follaje. Hablamos largo rato, y yo quedé verdaderamente asombrado. Era un hombre de una fe tan absurda en sí mismo y en sus fuerzas, que se sentía capaz de emprenderlo todo.
Lo que contaba Almudena era de lo que no se sabe. ¿Y no puede suceder que alguno sepa lo que no sabemos los demás?... ¿Pues cuántas cosas se tuvieron por mentira y luego salieron verdades? Antes de que inventaran el telégrafo, ¿quién hubiera creído que se hablaría con las Américas del Nuevo Mundo, como hablamos de balcón a balcón con el vecino de enfrente?
Y ahora que hablamos de semejantes ciudades, bueno será que, para concluir, busquemos en su seno cierto interesantísimo tipo que desde el exordio os tengo anunciado. Aludo á la emparedada, último ejemplar de esta galería. Todos ellos representan por igual la aristocracia del vecindario.
Figúrate, ¡qué educación! ¡Pobre pueblo!, y luego hablamos de sus pasiones brutales, cuando nosotros tenemos la culpa... Estas cosas hay que verlas de cerca... Sí, hija mía, hay que poner la mano sobre el corazón del pueblo, que es sano... sí, pero a veces sus latidos no son latidos, sino patadas... ¡Aquella infeliz chica...! Como te digo, un animal; pero buen corazón, buen corazón... ¡pobre nena!
Te juro que no me gustó nada, y al salir, dije para mí. «No la merece: no le entregaré yo el ángel de mi casa». Volví poco después y hablamos de varias cosas. Su conversación me encantó. Hallole, como siempre, leal y discreto. Pero se me antojó que se ocupaba demasiado de política, y dije: «Nones, están verdes para ti.
Usamos á cada paso las palabras rey, monarca, soberano; hablamos sobre lo que ellas significan, asentando nuestros respectivos sistemas. Y sin embargo es imposible no desacertar gravísimamente, si en cada cuestion no se fija con exactitud lo que estas palabras expresan.
Yo, sin ser tú, he tenido también mis satisfacciones amorosas. ¡Pero esta mujer es tan distinta á las otras!... Además, ¡el placer de vencerla, esa necesidad de dominación que hay en el fondo de nuestros deseos amorosos!... Cada vez que hablamos, y ella con su voz de pájaro y su sonrisa compasiva marca la enorme distancia que existe entre los dos, quedo triste, mejor dicho, desalentado, como si necesitase alcanzar algo á que no llegaré nunca por más que me esfuerce.
Sabes que no soy inclinado a hacerme valer. Si tengo cierta estima por mi inteligencia, prescindo por completo de mis prendas físicas, y la atención de que era objeto por parte de aquella radiante belleza hacíame dudar si estaba despierto o sumido en las perfidias de un sueño. Como convenía, me mostré conmovido por su benevolencia y hablamos largamente.
Si quisiéramos encontrar una expresion de la conciencia pura sin mezcla de elementos intelectuales, deberíamos buscarla, nó en el lenguaje, sino en el signo natural del dolor ó de la alegria ó de una pasion cualquiera; solo en este caso se expresa con espontaneidad y sin combinaciones de elementos ajenos, que pasa algo en nuestro espíritu, que tenemos conciencia de alguna cosa; pero desde el momento en que hablamos, expresamos algo mas que la conciencia pura; el verbo externo indica el interno, producto de la actividad intelectual, concepto de ella, que envuelve ya un sujeto y un objeto, y que por tanto se halla ya en una region muy superior á la de la conciencia pura.
Palabra del Dia
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