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Actualizado: 4 de junio de 2025
Mi médico, suaviza mis dolores Hablándome de ciencia y poesía, Como Platon el ático lo haría Perteneciendo al gremio de doctores. Tú en los remedios que haces, viertes flores Que impregna la amistosa simpatía, Y de tu mano brota noche y dia Bálsamo aliviador de sinsabores.
PATROS. Voy volando. Hoy, Virgen mía, mi ofrenda será mayor: debiera ser tan grande que dejara sin una flor el jardín de mis tíos; quisiera poner hoy ante tu imagen todas las cosas bonitas que hay en la Naturaleza, las rosas, las estrellas, los corazones que saben amar... ¡Oh, Virgen santa, consuelo y esperanza nuestra, no me abandones, llévame al bien que te he pedido, al que me prometiste anoche, hablándome con la expresión de tus divinos ojos, cuando yo con mis lágrimas te decía mi ansiedad, mi gratitud...!
No te sofoques, Santiago dijo apaciblemente la anciana , que ya andas en los tres duros y medio, y aunque yo creo como tú que España no bajará la cabeza, no es cosa de que te dé el reuma en la cara por lo que hable este mala cabeza de Santorcaz. Pues lo digo y lo repito añadió el viejo soldado . ¡Venir hablándome a mí de cuerpos de ejército, y de brigadas de caballería, y de cuadros...!
Hemos puesto atención en sus cosas con el más sincero interés. Se paseaba de arriba abajo, hablándome así, sin hilación. Tenía los cabellos totalmente blancos, su alto cuerpo un poco encorvado ofrecía un aspecto singularmente noble, de vejez prematura o de abatimiento. Magdalena vino a interrumpirnos al cabo de cinco minutos.
Todo lo que me cuenta me interesa muchísimo... Hablándome de usted y de sus ocupaciones, iniciándome en su retirada existencia, me da usted una prueba de confianza de que estoy encantado... Y en efecto, estaba el inspector general bastante más encantado de lo que él mismo creía.
No digas esas cosas, Rorró, solía decirme, porque no las creo. ¡Si me pintas hermosa y gallarda como una virgen de Murillo! Dime en prosa, aquí, hablándome, que me amas mucho, mucho, y me tendrás contenta, satisfecha y feliz. Angelina no era hermosa como una virgen de Murillo, pero sí lo era como alguna de Rafael, como la Madona de la silla.
Recordará usted quizás que la víspera misma de su boda, hablándome solemnemente de lo que ella designaba con el calificativo de últimas voluntades de soltera, Magdalena había introducido el nombre de Julia y lo había barajado con el mío bajo esperanzas comunes cuyo sentido era claro.
Yo, amigo mío, no tengo empeño en aprender la lengua inglesa, sino solamente en conocer unas treinta frases de inglés que me son necesarias. Por esta causa no gaste usted su tiempo hablándome de la silla, de la mesa, de la suela y de un montón de cosas sin importancia. C
Y entre el sordo galope del caballo, oí la voz de dolor de Margarita, que me gritaba: ¡Adiós! ¡Luis! ¡adiós! ¡hermano mío! ¡ruega á mi padre que no me maldiga! ¡pide á mi madre que me dé su bendición!... Y Margarita seguía hablándome, pero el caballo se había alejado, y el sonido seco, retumbante, de su carrera, envolvía las palabras de Margarita.
De esta manera siguió el buen señor hablándome largo rato de todo cuanto veía y recordaba, sin tregua entre uno y otro asunto, y sin dar tiempo á que le replicara yo una sola palabra. Hago, pues, omisión de todas sus observaciones, en la inteligencia de que el lector no encontrará tanto interés en ellas como mi tío, para quien, como buen aldeano, eran la salsa favorita.
Palabra del Dia
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