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Actualizado: 30 de junio de 2025


6 También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas que habían prometido al SE

Me complazco en considerar á usted como una de aquellas diosas de mármol que habitaban en el seno de los bosques de la Grecia, comunicando su pensamiento augusto con la blanca luna que á la noche las visitaba. ¿Y sabe usted por qué me complazco?

No obstante, esas cavernas sombrías, en donde hasta acompañado de un guía y sin perder de vista los lejanos reflejos del sol, sentimos el corazón oprimido por el terror, eran los antros que habitaban nuestros antepasados.

Marina, todas situadas en la Ajarquía ó parte baja de la ciudad , que era la que habitaban los mozárabes, segun queda referido. Las iglesias de que nos dejaron memoria los antiguos y santos escritores nombrados, son: la de los tres Stos.

5 Y cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y se mató. 6 Así murió Saúl, y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él. 7 Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades, y huyeron; y vinieron los filisteos, y habitaron en ellas.

Quedaba de este modo el Mihrab en la mitad justa del lado del sur, con dos alas iguales una á cada lado. En el ala de occidente habia un pasadizo secreto, que conducia desde la mezquita al alcázar por medio de un arco que unia ambos edificios, pues el palacio que habitaban en Córdoba los califas se dilataba hasta muy cerca del templo por el lado de poniente.

Juan Díaz de Solís, que descubrió el río de la Plata en el año de 1516, fué el primero que desembarcó en el suelo del Uruguay y habiendo tomado posesión del país en nombre del rey de España, este acto le costó la vida, porque los salvajes charrúas, que habitaban entonces allí, le atacaron, matándole lo mismo que a todos los que le acompañaban.

Estaba situado en una plazoleta que formaba la Rúa Nueva al desembocar en el muelle, y una de sus fachadas miraba al mar. Reuníanse en él la mayor parte de los capitanes y pilotos que estaban en Sarrió de paso, y casi todos los que sin ejercer el oficio habitaban en la villa, con más los vecinos que sentían de un modo o de otro inclinaciones marítimas.

Las humildes gentes que habitaban las empolvadas cabañas próximas al camino, se cubrían los ojos con las manos para mirarlo y le seguían con la vista; reconociendo al hombre por su caballo, preguntábanse qué le ocurriría al Comanche Jacobo para emprender tan veloz carrera.

Sentáronse a la mesa a más de la familia, de Tristán y Núñez, Cirilo y Visita, el marquesito del Lago, su hermana la condesa de Peñarrubia que se hallaba pasando unos días en el Escorial con su madre, Escudero y su hija Araceli, Narciso Luna, muy popular en el mundo elegante y disipado de Madrid, amigo íntimo de la condesa de Peñarrubia, Gonzalito Ruiz Díaz, primogénito de los duques del Real-Saludo que pertenecían también a la colonia veraniega del Escorial y habitaban en un suntuoso hotel de su propiedad, dos hermanas de éste amigas de Clara y de la edad de ella aproximadamente, el farmacéutico Vilches, primo hermano de Elena, con su señora, el paisano Barragán y otros pocos invitados más hasta el número de treinta.

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