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Actualizado: 27 de julio de 2025
Si la hubiese vuelto habría visto con cuánta solicitud los pastores seguían inculcando en el ánimo de su compañero Felipe la idea enteramente panteística de su identidad esencial con la familia de los équidos. Reynoso hizo una visita a su víctima y le mandó proveer de agua y alimento. Luego subió lentamente la gran escalinata de mármol y se introdujo en el hotel.
Al pié del edificio una banda militar ejecuta todos los sábados escogidas piezas de música. Inútil es añadir que para que nada falte, dentro del palacio hay un hotel, abundantemente surtido, con su correspondiente cocina inglesa.
Es una amiga de Feliciana, que se ha ido a nuestro hotel unos días mientras encuentra colocación». ¿Es honrada? preguntó Rubín, mostrando en su tono la importancia que daba a la honradez. ¡Honrada!, ¡qué narices! exclamó el perdis riendo . ¿Pero tú crees que hay alguna mujer que sea... lo que se llama honrada?
Y Gallardo, seguro de su buena estrella, con la tranquilidad arrogante de un hombre de fortuna que forzosamente ha de despertar el deseo allí donde fije sus ojos, marchó al Hotel de París, situado a corta distancia del suyo. Tuvo que esperar más de media hora en un diván, bajo la mirada curiosa de los empleados y los huéspedes, que volvieron la cara al oír su nombre.
Hablaba sencillamente, como si no hubiese ocurrido nada de extraordinario desde la última vez que se habían visto. Cristina y la niña le acompañaban en los ejercicios. Muchas familias de lo mejor de Bilbao estaban en Loyola con el mismo fin: las señoras en el hotel: los hombres en las celdas del monasterio. Ya llevaba allí seis días y le faltaban cuatro. ¿Y estás bien? ¿Te gusta esta vida?
Ángel desapareció del salón del baile aquella noche, pero no de la playa. Al otro día se dejó ver instalado en el mismo hotel en que vivía la marquesa. Habló con Luz en el comedor y en el jardín, y dondequiera que le fue posible y le pareció lícito, y Luz se le presentó a su madre a título de amigo suyo, como «el mejor de sus amigos». Así le calificó.
No quería saber más, y se despidió. Aquella dama se parecía de un modo asombroso a su madre. La situación de su espíritu, todavía agitado y dolorido, hizo que tal semejanza adquiriese más relieve a sus ojos del que realmente tenía, le produjese una viva expresión. Pocos momentos después pasaba por delante del hotel de Osorio tres o cuatro veces; pero no logró ver nuevamente a la señora.
Todo quedó en silencio un breve rato; oyéronse después los ligeros pasitos en diversas direcciones; tornáronse a acercar a la puerta, sintiéndose tras ella el roce del vecino sospechoso que espiaba, y más tarde, al dar la una en el reloj del hotel, oyóse un golpe semejante al de un cuerpo pesado que cae sobre un colchón de muelles; después un ¡Aaaaaah! prolongadísimo, un bostezo formidable, que vino a tranquilizar a Jacobo.
Con la bella Antonieta no se ha de casar, por lo menos mientras no fracase otro plan. Sin embargo, quizás ella... Hizo una pausa y dijo, riéndose: No es fácil resistir las atenciones de un príncipe real, ¿no es así, Rodolfo? ¿Te callarás? le dije, y levantándome, dejé a Beltrán en las garras de Jorge y me fui al hotel.
El cochero y el carretero son los reyes de las calles de Lóndres, como el mendigo y el salteador entre las ruinas de Roma, Ademas, aquellos dos personajes clásicos de Inglaterra son los «Carones» de esa laguna Estigia de Lóndres: ellos se apoderan del extranjero, le despojan de una parte del capital de viaje y le consignan al infierno del «hotel» para que la obra se complete.
Palabra del Dia
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