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Con cómica gravedad, el joven reclamaba también el honor de un antiguo conocimiento.

El magistrado hablaba con gravedad, casi en tono de desdeñoso reproche por la ligereza de que el joven daba pruebas.

Quiero decir que cuando el Ayuntamiento puso por primera vez faroles en las calles dijo la muchacha, dando a su relato la gravedad de la historia , mi padre era el encargado de encenderlos y limpiarlos. Yo estaba ya criada por una hermana de mi madre, que era también soltera, según dicen.

Parece que una dulce tristeza invade su ser y da a su fisonomía cierta gravedad. Sus bienes de fortuna, que son bastante importantes, los ha tenido unidos a los de su hermano, empleándolos en buenas obras. La oración, la caridad y el gobierno de la casa son sus ocupaciones.

Retrocedía ante las preguntas que podrían conducir al hecho que él mismo suponía, es decir, que había sido presa de una de sus crisis. ¡Ah! dijo Dolly con dulce gravedad , es como la noche y la mañana, el sueño y la vigilia, la lluvia y la cosecha; una cosa se va, la otra viene, y nosotros no sabemos ni cómo ni cuándo.

En la tarde de aquel día nefasto, nos encontrábamos todos en el salón. El comandante y mi tío jugaban al ajedrez; Blanca tocaba una sonata de Beethoven, y yo, recostada en un sillón espiaba con los párpados entornados la actitud y la fisonomía de Pablo Couprat. Sentado junto al piano, algo atrás de Juno, escuchaba con gravedad, sin cesar de mirarla.

Se detuvo un poco confusa, tanto por la gravedad de la confidencia como por la dificultad de completarla. Pero era un espíritu enérgico y continuó atrevidamente: Ha hecho usted muchas locuras, pero las ha expiado con muchos sufrimientos. Está usted, pues, en paz consigo mismo. ¿Por qué insiste usted en dejar el mundo á pesar de la pena que causa á su familia?

Y viendo que el teatino le quería predicar, vuelto a él, le dijo: «Padre, yo lo doy por predicado; vaya un poco de Credo, y acabemos presto, que no querría parecer prolijo». Hízose así; encomendóme que le pusiese la caperuza de lado y que le limpiase las barbas. Yo lo hice así. Cayó sin encoger las piernas ni hacer gesto; quedó con una gravedad que no había más que pedir.

Ella sabe hasta qué punto sufro, y no le importa. Cuando considero lo que me ha hecho pasar, la imagino de una maldad que no se concibe mayor. ¡Y sin embargo, a veces, su cara distraída tiene una expresión tan buena! La duda de cómo es ella, realmente, me enloquece tanto como la duda de su amor. ¿Quieres que te explique lo que pienso? dijo Julio con cierta gravedad.

aquí una semejanza que manifiesta con claridad y exactitud lo que sucede en el órden puramente ideal: el entendimiento pone las condiciones, pero de estas dimanan otras verdades, no hechas por el entendimiento, sino conocidas; esta verdad es absoluta, es como si dijéramos la fuerza de gravedad en el órden de las ideas.