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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Hízose todo el oficio de su entierro con gran solemnidad, con excelente música de la Capilla Real, con la dulzura, y compás, y el número de instrumentos y voces que en tales actos, y de tanta gravedad se acostumbra.

Y tras este saludo, cambiado con toda la gravedad propia de una gente que lleva en sus venas sangre moruna y sólo puede hablar de Dios con gesto solemne, se hacía el silencio si el que pasaba era un desconocido, y si era íntimo, se le encargaba la compra en Valencia de pequeños objetos para la mujer ó para la casa. Ya era de día completamente.

No perdió el conocimiento hasta los últimos instantes; no se quejó de sus dolores, ni mostró pesar por su fin cercano; antes bien, todo su empeño consistía sobre todo en que la oficialidad no conociera la gravedad de su estado, y en que ninguno faltase a su deber.

Esta gravedad cómica y esta jovialidad trágica que tienen los franceses para decir los mayores disparates con la esplendidez más pomposa, hasta con cierto engreimiento, hasta con cierta altanería, es una cosa que me subleva y me amargura.

Llegóse el Tiniente, que era curioso, y escuchó un rato, y por no ir contra su gravedad, no escuchó el romance hasta la fin; y habiéndole parecido por todo extremo bien la Gitanilla, mando a un paje suyo dijese a la gitana vieja que al anochecer fuese a su casa con las gitanillas; que quería que las oyese dona Clara su mujer. Hizolo así el paje, y la vieja dijo que iria.

Los versos del convencional Chenier, adaptados á una música de guerrera gravedad, resonaban en las calles al mismo tiempo que la Marsellesa. La République nous appelle, Sachons vaincre ou sachons périr; Un français doit vivre pour elle, Pour elle un français doit mourir. La movilización empezaba á las doce en punto de la noche.

Ni Bernardino ni Gregoria asistieron a sus últimos momentos, aunque se les mandó recado de su gravedad; ni se mostraron en el entierro ni en los funerales, probando con esta actitud su propósito de no verse más, de romper para siempre toda relación. Golpes fueron éstos, que acabaron de anonadar a Pablo Aquiles.

Llamando, pues, aparte al cacique, y á los principales, les dió á conocer la gravedad de su delito, y les ordenó enviasen á llamar á los Ziritucas y volviesen á entablar con ellos una buena amistad. Vinieron los Ziritucas, diéronle grandes quejas de los Zibacas, pidiendo les obligase á resarcirles los daños, y que les restituyesen las haciendas que les habían robado y tenían aún en su poder.

El caprichoso joven no pudo acostumbrarse á la gravedad amorosa del profesor, á la calma de su casa, y un día se fugó con una cómica, célebre por su belleza, para vagar por los diversos Estados de nuestra patria, llevando una existencia de aventuras y privaciones. Debe haber muerto hace tiempo; nadie ha sabido más de él.

Había traído á unos parisienses que deseaban ver el campo del combate. Eran de los que escriben en los periódicos; los aguardaba allí para regresar al anochecer. Don Marcelo hundió la diestra en un bolsillo. Doscientos francos si le llevaba á París. El chauffeur protestó con la gravedad de un hombre fiel á sus compromisos... «Quinientos.» Y mostró un puñado de monedas de oro.

Palabra del Dia

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