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Actualizado: 9 de noviembre de 2025


Notando en el ya parecerá de D. Romualdo una intención benévola y optimista, dio en creer que el buen señor, después que despachase el asunto principal, le hablaría del caso de la anciana, que sin duda no era de suma gravedad.

El señorito, continuando en el tono de cómica gravedad, se encaraba con su aperador: Ríe, bigardo... ¡Mirad ustedes, qué satisfechote está de la envidia que le tienen los demás!

Don Lope le replica que no se atreve á concebir estas esperanzas por la gravedad de los delitos, que ha cometido. Don Mendo intenta consolarlo, rogándole que le cuente su historia, prometiendo de nuevo hacer cuanto esté en su mano para inclinar al Rey al perdón.

Y recobrando su gravedad, le decía al ahijado con el tono de un profesor que enseña verdades de universal trascendencia: Ese es er verdadero cante jondo... ¡Jerezano puro! Y si te icen que si las seviyanas, que si las malagueñas, di que es pamplina. En Jerez está la llave der cante. Eso lo declaran toos los sabios del mundo.

Marcial no cabía en de gozo, y mi amo, que al principio manifestó su alborozo casi con menos gravedad que yo, se entristeció bastante cuando dejó de ver el pueblo. De cuando en cuando decía: «¡Y ella tan ajena a esto! ¡Qué dirá cuando llegue a casa y no nos encuentre!

Por la religión triunfante dijo Elías, empinando con gravedad. Por los buenos principios de gobierno apuntó Negri .... Pero no bebe usted, Sr. D. Felicísimo. ¿No bebes, Felicísimo? Eso no se puede consentir manifestó Orejón con brío, apresurándose a ser Ganimedes del Júpiter de la agencia eclesiástica . Verdad es que este Jerez quema como pimienta.

Lázaro entró, y sin más preámbulo, conociendo la gravedad de las circunstancias, exclamó muy agitado: -Márchense ustedes de aquí; aún es tiempo. ¿Qué hay? Un complot horrible, el más espantoso atropello. Yo lo ... estoy seguro. Márchense ustedes inmediatamente, ahora mismo. ¿Pero quién? ¿Pero quién? dijeron los otros con mucha cólera. -Esos ... contestó el joven, los exaltados.

En tanto D. José se dio con toda su alma a la gran tarea de abrir las cuentas en los libros. Con una importancia y gravedad indecibles, apuntó gastos e ingresos, sin olvidar lo más mínimo; cargó y abonó; dibujó preciosos números, tiró líneas con regla, hizo cuentas de varios a varios, de imprevistos, de suplidos y de deudores varios.

Ellos llamarán al dogmatismo del sentido vulgar, sabiduría; gravedad, a la mezquina aridez del corazón; criterio sano, a la adaptación perfecta a lo mediocre; y despreocupación viril, al mal gusto.

Salían á su paso faldas de blanco revoloteo, velos que ondulaban como nubes de colores, risas y trinos parlantes en un español que parecía puesto en música; todo el estrépito juguetón de una jaula de pájaros del Trópico. Los ex presidentes de República generales ó doctores que iban á descansar á Europa le contaban en el puente, con una gravedad napoleónica, los principales hechos de su historia.

Palabra del Dia

vengado

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