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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Es tanta la ignorancia de la vida y tan cándida su timidez, que daría gana de permitirse con ella una familiaridad de hermano mayor, sin sus ojos, aquellos ojazos de profunda gravedad, superior a sus años, que desconciertan e infunden respeto.

Los criados salieron por una puerta, y doña Clara y las doncellas por otra. Quedóse solo el joven. Una gravedad que hasta ahora no hemos conocido en él, había acabado por ser la expresión de su semblante.

Pero el tono solemne del doctor, la gravedad de sus palabras, el sagrado nombre de Magdalena, le hicieron meditar, y cuando se encontró solo en su cuarto, permaneció un rato inmóvil, recogido en mismo, pareció luego volver a la vida que poco antes quería abandonar tan decidido y al fin, levantándose, púsose a pasear por la estancia, asaltado por la ansiedad y las dudas que embargaban su espíritu.

Los dos lacayos nos hicieron una marcada cortesía, procurando no deslucir la gravedad y el tono erguido de sus cuellos, decorados por las indispensables corbatas blancas. Nosotros contestamos al saludo como si quisiéramos decirles: ¿qué teneis que ver con nosotros? O como decimos en castellano: ¿quién os ha dado velas para este entierro?

Ocupábase en recorrer los puestos de la Plaza del Carmen para traer a su mujer noticias auténticas del precio de la merluza, el besugo, los pajeles. Tratábase de esto en Consejo, y D. José decía con gravedad: «Todo está por las nubes.

replicó Cecilia con la misma gravedad. Yo me quedo. Pero, mujer, ¡si sabes que esta incomodidad la padezco yo a menudo! Es un poco de bilis. En cuanto duerma cuatro o cinco horas estoy buena. Pues yo me quedo. Pues me obligarás a a ir enferma y todo dijo con impaciencia, levantándose.

Nunca entraba sereno al aula, con las reservas y la gravedad propias del maestro, sino a saltitos acompasados, refregándose las manos, si hacía frío, o abanicándose con una pantalla de paja, si hacía calor.

Lumpiâ de chino hecho de carne de cerdo... ¡Que se ofrece al P. Irene! ¡Sopla! El P. Irene no come cerdo si no se quita la nariz, observó en voz baja un joven de Iloilo á su vecino. ¡Se quitará la nariz! ¡Abajo la nariz del P. Irene! gritaron todos en coro. ¡Respeto, señores, más respeto! reclamó Pecson con cómica gravedad. El tercer plato es una torta de cangrejos...

Las luchas que había tenido que sostener, y el cuidado de su responsabilidad, habían comunicado a sus facciones una gravedad precoz, la expresión viril de la dulce firmeza que le venía de su padre y que él animaba en otro tiempo, cuando era pequeña, repitiéndole entre dos besos. Liette no tiene miedo; Liette es valiente.

Y miré en torno mío, buscando al joven esposo, extrañándome de que no acompañase a su mujer. Mi yerno dijo la D'Ortlies presentándome al anciano, cuyo nombre, que no viene a cuento, pronunció con gravedad olímpica. Era un vástago de rancia nobleza, general en tiempo del Imperio, y duque y Par durante la Restauración.

Palabra del Dia

bagani

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