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Actualizado: 23 de mayo de 2025
El Padre de los Maestros quería darle cierto sabor de protesta mesurada y grave por la ofensa que Golbasto se imaginaba haber recibido del gobierno. Momaren, haciendo este alarde de interés amistoso, se vengaba al mismo tiempo del joven poeta universitario que había osado criticarle como historiador.
¡Sí, sí! gritaron . ¡Que hable Golbasto!... ¡que recite versos! El poeta nacional se inclinó como si quisiera empequeñecerse delante de Momaren. ¡Recitar dijo con énfasis mis humildes obras, incorrectas y anticuadas, en la casa donde vive el más grande de los poetas, al que reconoceré siempre como maestro!...
A estas masculinófobas se las conoce en la calle y en todas partes por la tenacidad con que muestran su odio á los hombres. Algún día verá usted á Golbasto, nuestro poeta laureado, la mujer que cantó mejor el triunfo de la Verdadera Revolución. Es la única persona que admira y respeta Momaren, nuestro Padre de los Maestros.
La corona de laurel que adornaba sus sienes sirvió para que la reconociesen hasta aquellos que habían llegado recientemente á la capital. Es Golbasto; es el poeta decían todos mirándola con admiración.
Como recuerdos de aquella época guerrera y bárbara adornaban las paredes grandes panoplias con lanzas, espadas en forma de sierra, sables ondulados y otros instrumentos mortíferos. El alma pacífica de Momaren se caldeaba en este salón, sintiendo al entrar en él entusiasmos heroicos que le hacían engendrar versos tan viriles como los de Golbasto.
Mientras tanto, Momaren, saliendo de su nimbo de vanidad, decía con acento conciliador: Nada de maestro ... nada de gran poeta. Los dos somos iguales: compañeros y amigos para siempre. Golbasto palideció, hasta tomar su cara un tono verdoso.
Cuando Flimnap describió, con arreglo á sus informes, el momento en que Momaren y Golbasto cayeron al suelo bajo el salivazo gigantesco, el senador empezó á reir como un niño, pidiendo que le relatase por segunda vez la graciosa escena. Ignoraba que Golbasto tuviera tal motivo para odiar al Hombre-Montaña. Ese poeta dijo es un intrigante.
Debe usted no olvidar continuó Flimnap que nuestro jefe es un gran poeta, el segundo poeta nacional, el que figura después de Golbasto, aunque este versificador sublime, cuando sufre algún apuro pecuniario ó desea un empleo para alguna amiga suya, no tiene inconveniente en declarar á gritos que Momaren es mil veces superior.
Además, era para Momaren la más alta de las consagraciones literarias tener á Golbasto como lector de sus obras. Después da esto se sentía pronto á darle la Universidad entera si se la pedía.
Pero Golbasto y Momaren, que tenían la cólera larga é implacable de los débiles cuando sienten herida su vanidad, continuaban manejando en colaboración su arma y tiraron un furioso lanzazo á uno de los ojos que llenaban las ventanas.
Palabra del Dia
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