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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Gracias, amigo mío dijo Golbasto . Jamás olvidaré lo que hace usted por mí en este día.... Los gobiernos se suceden y caen en el olvido, mientras que nuestra amistad llenará capítulos enteros de la historia futura. Luego el poeta se empequeñeció voluntariamente, hasta ocuparse de la existencia doméstica de su amigo. ¿Y Popito? preguntó. Momaren hizo un gesto de contrariedad y de tristeza.
Encontraba agradable tener por asiento una dependencia del enorme palacio donde reinaba sin límites la autoridad del Padre de los Maestros. Aquella tarde, Golbasto, el gran poeta nacional, había salido de su casa apenas notó que las calles empezaban á quedar solitarias. El glorioso cantor sólo gustaba de las muchedumbres cuando se reunían para aclamarle y escuchar sus versos.
Las gentes distinguidas dejaron de mirar al Hombre-Montaña para fijarse en el gran poeta, y esto hizo que Golbasto creyese necesario murmurar algunas palabras, como si fueran dirigidas á ella misma, para corresponder al homenaje mudo de sus admiradores.
Los tres caballos humanos del poeta, que soñaban desde muchos días antes con unas cuantas horas de libertad empleadas en asistir á las fiestas de los rayos negros, sólo vieron abierta su cuadra para ser enganchados al carruajito en figura de concha. Como los tres hombres medio desnudos se mostraban algo reacios y hasta osaron murmurar un poco, Golbasto los refrenó con varios latigazos.
Desea su muerte, gentleman, y si no puede organizar lo de la inyección venenosa, buscará otro medio. Debe ayudarle en estos planes el vanidoso Golbasto. Ya no creo que el tal Golbasto sea un gran poeta, ni mediano siquiera. La otra noche quise releer sus versos, y me parecieron despreciables. ¡Ay, no poder permanecer yo á su lado, gentleman, para seguir su misma suerte!...
El Padre de los Maestros, aceptando las sugestiones de su vanidad, creía que este varonista, enemigo del orden, había sugerido al Hombre-Montaña la idea de interrumpir su tertulia en el momento preciso que el gran Golbasto recitaba sus versos, para quitarle así un gran triunfo literario.
Golbasto estaba erguido entre las dos ventanas de la gran pieza, mirando al público como un águila que se prepara á levantar el vuelo. Momaren sonreía con la cabeza baja, sintiéndose encorvado prematuramente por el huracán de las alas de la gloria que iba á descender sobre él.
Después de este triunfo preliminar, Golbasto se lanzó á la declamación de la poesía de su amigo y protector. El canto á la revolución triunfante de las mujeres empezaba con un exordio, en el que el poeta rogaba al sol que acelerase su salida de entre las espumas oceánicas para no llegar con retraso y poder presenciar el suceso más grande de la Historia.
Pero la obscuridad no le permitió reconocerlos. Únicamente pudo ver que eran mujeres. Uno de estos pigmeos debía ser el que había seguido los latidos de su corazón para marcar á los asesinos el emplazamiento más favorable para el golpe. Pensó si serían Golbasto y Momaren, vanidosos personajes implacables en su venganza y directores de su asesinato, como creía Ra-Ra.
Pero por el momento, lo más urgente era resolver su situación, que, según ella, parecía angustiosa. Voy á dejarle, gentleman contestó Flimnap . Nada consigo permaneciendo á su lado para sostener una conversación grata, pero que resulta estéril. Necesito saber noticias. Momaren tiene poderosos amigos y debe haber hecho algo á estas horas contra Ra-Ra. Además, hay que temer á Golbasto.
Palabra del Dia
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