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Actualizado: 23 de mayo de 2025
El senador Gurdilo, ansioso de venganza, insinuó á los periodistas que Momaren y Golbasto se habían batido de noche en la playa por alguna rivalidad amorosa, pues los dos, á pesar de su exterior solemne, eran unos hipócritas de perversas costumbres y tal vez se disputaban el monopolio de algún esclavo atlético.
Los militares, deseosos de mostrar su heroísmo ante los muchachos en edad de casarse, corrieron hacia las ventanas, acribillando con sus aceros las pantorrillas del gigante. Golbasto y Momaren, contagiados por tan heroico ejemplo, quisieron mostrar que servían para algo más que hacer versos, y descolgaron de una panoplia una larga lanza.
Golbasto lanzó, con una voz de clarín, el primer verso: Muéstrate, ¡oh, sol! y con tus rayos de oro... Pero en vez de mostrarse el sol, como pedía el vate, lo que llegó inesperadamente fué la noche en plena tarde.
El universitario aceptó con humildad. ¡Si usted se empeña!... ¡Es usted tan bondadoso!... Sabía Golbasto por experiencia que nada halagaba á este compañero como oir sus versos recitados por su boca. El poeta del cochecillo en forma de concha, de los tres caballos humanos y del látigo sangriento declamaba con una dulzura celestial que hacía verter lágrimas.
Golbasto, el gran poeta nacional, se había retirado jurando vengarse del bárbaro intruso. Los concurrentes le vieron con un vendaje debajo de su corona de laurel, pues se había descalabrado al caer al suelo con Momaren bajo el disparo del gigante. ¿Qué ha hecho usted? volvió á repetir el profesor.
Se ha negado á asistir á nuestra fiesta. Prefiere pasar la tarde en sus habitaciones de estudiante. Tiene allí una terraza, donde cultiva flores, cuida pájaros y se entretiene con otras cosas fútiles, indignas de su sexo. ¡Qué juventud la que viene detrás de nosotros! exclamó tristemente Golbasto. Momaren hizo un gesto igual de melancolía.
Golbasto, que allá donde iba se consideraba el centro de la reunión, entró en los salones saludando majestuosamente á la concurrencia. Casi todos los altos profesores de la Universidad habían venido con sus familias. Las esposas masculinas y los hijos, con blancos velos, coronados de flores y exhalando perfumes, ocupaban los asientos.
¿Quién puede tener interés en matarme? repuso Gillespie tristemente . Los que deseaban vengarse de mí deben sentirse ya más que satisfechos por el castigo que me han impuesto. Equivale á una muerte lenta. Popito siguió hablando: Ra-Ra cree que los personajes misteriosos que dirigen á estos bandidos son Golbasto y Momaren, mi padre.
Este año, el poeta de la fiesta era una jovenzuela recién salida de la Universidad, un rebelde, que osaba comparar sus versos con los de Golbasto y además criticaba los trabajos históricos del grave Momaren, su antiguo maestro.
Quiero recitar ese canto heroico continuó Golbasto para que se vea la diferencia entre la verdadera poesía y las miserables y cínicas falsificaciones que se sirven á nuestro pueblo, tal vez en este mismo instante. La alusión al joven y odiado poeta que estaba declamando su obra en el templo de los rayos negros fué saludada con una explosión de risas simpáticas y de gruñidos inteligentes.
Palabra del Dia
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