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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Y montó en el cochecillo, nervioso e impaciente, con el deseo de llegar cuanto antes a casa para dejar a la familia y correr en busca del infalible protector. Juanito no tuvo tanta presencia de ánimo. Pálido, sudoroso, hablando y gesticulando como un sonámbulo, casi echó a correr sin despedirse de la familia.
Un cochecillo desvencijado, tirado por dos flacos rocines del país, entró al mismo tiempo por el puente de Catalangua, atravesó velozmente el prado y vino a detenerse al pie de la escalinata. Apeóse otra señora, también enlutada, muy flaca, muy pequeñita, ocultando, como la otra, entre los negros crespones un rostro consumido y lleno de pecas y unos cabellos rojos mezclados de blanco.
Ambas hermanas pugnaron por acompañar a don Braulio a la estación; pero don Braulio se opuso, sosteniendo que era una incomodidad inútil la que querían tomarse. Así, aunque a duras penas, las persuadió a que se quedaran y no fueran a despedirle. Cuando llegó la hora de la partida, don Braulio hizo venir un cochecillo por medio del portero, quien bajó la maleta y la colocó en él.
Halló gran agitación en los pueblos del camino, y la gente detenía el cochecillo para pedir noticias. Era preciso satisfacer a todos, diciendo: «Sí, es cierto que ha muerto el Rey».
Las piernas las tenía casi completamente paralizadas, y salía a paseo en un cochecillo o sillón de ruedas, que empujaba su criado. Iba a las Vistillas a tomar el sol, y a veces se extendía hasta la Plaza de Oriente por el Viaducto.
Los mocosos ya no se conforman con ser aprendices y quieren pasar a amos; y... ¿qué más? Antonio se avergüenza de ser comerciante, y va por las tardes a la Alameda en un cochecillo ridículo, guiando como si fuese un cochero. Antes soñaba con que su hijo fuese abogado, y ahora mira impasible cómo abandona los estudios y se entera con gusto de sus progresos en la equitación.
El universitario aceptó con humildad. ¡Si usted se empeña!... ¡Es usted tan bondadoso!... Sabía Golbasto por experiencia que nada halagaba á este compañero como oir sus versos recitados por su boca. El poeta del cochecillo en forma de concha, de los tres caballos humanos y del látigo sangriento declamaba con una dulzura celestial que hacía verter lágrimas.
Palabra del Dia
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