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Actualizado: 22 de julio de 2025
No es ocasión de examinar si con procedimiento tan sencillo, utilizado por Julio Verne en una de sus novelas, es fácil engañar á marineros de guerra que con vista de las estrellas y aun con la dirección del viento solo habían de conocer el verdadero rumbo, ni importa investigar á qué fin enderezaba D. Cristóbal el cuento: lo que de él se deduce y al objeto presente aprovecha, es que la rosa estaba pegada á la aguja y ocultaba sus giros sobre el estilo, sin lo cual no podía imaginar el ardid.
Tú eres la imágen de nuestra vida, Cuando con giros precipitados Por tus cadenas aprisionados A tus cautivos miras correr. Así del hombre giran las horas Encadenadas por el destino, Y en torno suyo cual torbellino Pasan.... mas nunca se ven volver! Cada giro presenta un aspecto Como faro que brilla y se eclípsa: Ya es un rostro con grata sonrisa, Ya una frente que anubla el dolor.
Unas encogidas, otras en marcha y aquéllas... ¿recuerdas, Emilio, la ráfaga criolla que nos envolvió?... ¡jugando a la taba! Sí; encorvada, una deliciosa estatuíta sigue con avidez los giros del pequeño hueso, mientras su partner espera paciente el turno.
Nosotros quisiéramos que sepais todos el español y que lo pronuncieis bien para que no nos rompais los tímpanos con vuestros giros y vuestras pés, pero primero la obligacion y despues la devocion; cumplid antes con vuestros estudios y aprended despues el castellano y meteos á escribidores si os da la gana...
Y veo en mis ensueños tus bailes voluptuosos, Salones que perfuman las ninfas Argentinas, Y grupos en que brillan sonrisas peregrinas Cual no las ha fijado de Fidias el cincel. Y siento entre los giros del valz, que corre, vuela, La brisa que producen las alas del ambiente Cargadas con efluvios que envuelven dulcemente Mi corazon y mi alma, mi espíritu y mi ser.
Las aves de una misma especie se diferencian igualmente; cada tero, cada chimango, tiene personalidad en su vuelo; cortan el aire y cruzan el espacio de una manera propia, haciendo giros y piruetas que caracterizan la particularísima idiosincrasia de sus alas y la gracia individual del espíritu que en el ámbito azul las mueve.
¡A Juan, porque, ya después de aquellas cartas extrañas que Lucía le había escrito a la finca sin hablarle de su vuelta, recibirlo de aquel modo, con aquella mirada, con aquella explosión de cólera, con aquel desdén! ¿Pues cuándo había cesado de pensar Juan, cuándo, que aquel cariño que con tanta ternura prodigaba, sin fatiga ni traición, sobre su prima, era como una concesión de él, como un agradecimiento de él, como una tentativa, a lo sumo, de asir en cuerpo y ver con los ojos de la carne las ideas de rostro confuso y vestidura de perlas, que cogidas del brazo y con las alas tendidas, le vagaban en giros majestuosos por los espacios de su mente?
Palabra del Dia
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