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Actualizado: 26 de noviembre de 2025


Como el afán por tener noticias relativas al levantamiento de las provincias era una fiebre de que no estaban exentos ni los niños, ni los ancianos, ni las mujeres, cuando se sabía que D. Fulano de Tal había recibido una carta de Andalucía, de Galicia o de Cataluña, la casa se llenaba de amigos, y hasta los desconocidos se permitían invadirla ruidosamente para no esperar a que se les contara el gran suceso.

Por el abrigo y color general, así como por el dibujo ó hechura, la indumentaria de aquellas gentes recuerda á León y á Galicia. Y es que la provincia de Salamanca forma ya parte de aquel triángulo Noroeste de nuestra España por donde no se va á ninguna parte.

Ante todo, es bien que os informe de quién soy, cuál es mi patria y mi condición. Estadme atentos. Confieso que soy gallego, del riñón mismo de Galicia, pues que nací en un pueblecillo de la provincia de Orense, llamado Bollo. Mi padre, boticario de este pueblo, no tiene más hijo que yo, y ha labrado para una fortuna que, si en Madrid significa poco, en Bollo nos constituye casi en potentados.

M. Murguía, en el número del 15 del corriente de La Voz de Galicia, periódico de la Coruña, ha insertado contra un apasionado escrito en defensa de las letras gallegas, que supone que yo menosprecio. Me desagradan las polémicas y las rehuyo siempre que puedo. No voy, pues, á entablar polémica con el Sr. Murguía.

Y a Canalejas... ¡Terrible cosa es esta de que para serle agradable a uno tengan que compararle con un ministro! Es la consecuencia de un prejuicio secular que existe contra Galicia; pero, por mi parte, yo creo que este prejuicio constituye para Galicia una ventaja enorme. Cada gallego, en efecto, tiene que rectificarlo con su propio esfuerzo.

Si, al escribir su Historia del Arado, hubiera tenido que limitarse a Galicia, el doctor Raer, por muy sabio, por muy pesado y por muy alemán que fuese, no hubiese podido llenar arriba de unas veinte páginas. El arado gallego, como la mujer honrada, carece de historia.

Pues yo lo , , señora, yo lo : uno se está formando en Valladolid, y lo mandará D. Gregorio de la Cuesta; otro en Asturias y Galicia, que corre a cargo de Blake..., y el tercero... Esta es la más gorda de todas: ¿te la digo? Hombre, , dila: no nos dejes a media miel.

Este la clavó colérica en su mayordomo; pero, al verle en aquella tan sosegada postura, cambió repentinamente, y alzando los hombros y convirtiendo de nuevo los ojos a las cartas, exclamó con sonrisa, alegre: ¡Qué bárbaro! ¡Es un verdadero suevo! ¡Alto, Sr. Quiñones, alto! dijo Saleta. Los suevos han acampado solamente en Galicia.

Ni Las Cantigas del Rey Sabio, ni cuantos versos hay en los Cancioneros del rey Don Dionis, de Resende, etc., podrían atribuirse por las palabras y las frases mismas á poetas de Portugal ó de Galicia. Por el habla, por lo que dejó escrito, tan gallego es el infante Don Pedro, como es portugués Macías el enamorado.

REY. No se entiende que has de estar Siempre la mano en la boca. SANCHO. Señor, mirad que no os toca Tanto mi bajeza honrar. Enviad, que es justa ley, Para que haga justicia, Algún alcalde a Galicia. REY. El mejor alcalde, el Rey. Vanse todos y salen NU

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