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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Había olvidado este pasado, y al caer, me aturdía con su peso sonoro, vibrante de recuerdos. «¡Pobre hombre!... ¡En qué mundo de compromisos y enredos voy á meterle!... ¡No! ¡no!» Y huía de ti con astucias de colegiala traviesa, saliendo del hotel cuando te habías alejado por unos momentos, doblando otras veces una esquina en el preciso instante que ibas á volver los ojos... Sólo me dejaba abordar, fría é irónica, cuando no me era posible librarme de tu encuentro; y después, en casa de la doctora, hablaba de ti á cada instante, riendo con ella de estos galanteos románticos.

Residió en casa de la cómica Jerónima de Burgos, madrina de Lope Félix, para la cual había escrito La Dama boba. Ya antes había vivido con ella en Segovia, en el viaje a que acabamos de referirnos. Siguió frecuentando el mundo de la comedia y participaba en los galanteos que rodeaban a Jerónima.

Verdad que le había declarado mi amor; verdad que ella acogía mis galanteos con indulgencia, y aun mostraba en algunas ocasiones señales, más o menos manifiestas, de que mis instancias le eran agradables y concluiría por ceder a ellas. Pero no es menos cierto que, por una o por otra causa, no había cedido, y que yo no podía jactarme con verdad de ser dueño de su corazón.

Es lo cierto que mi padre, a pesar de la reputación que tiene de ser por lo común poco respetuoso y bastante profano con las mujeres, trata a ésta con un respeto y unos miramientos tales, que ni Amadís los usó mayores con la señora Oriana en el período más humilde de sus pretensiones y galanteos: ni una palabra que disuene, ni un requiebro brusco e inoportuno, ni un chiste algo amoroso de estos que con tanta frecuencia suelen permitirse los andaluces.

A la hija la pretendió un abogadete poco aprensivo; la pretendida le quiso y llegó a casarse con él; al poco tiempo de casada la galanteó un coronel muy guapo: a ella le gustaba mucho el coronel, que era mejor mozo que su marido; y porque le gustaba y estaba muy hecha a considerar, en el ejemplo de su madre, que el ser mujer casada no impide enamorarse de otro más, aceptó los galanteos del coronel, el cual desorejó en un duelo al abogado ofendido, por habérsele quejado éste de la ofensa.

Perdido había yo, en fuerza de las solicitudes y galanteos que me rodeaban por todas partes, aquella mi primera inocencia, o más bien ignorancia, de las cosas de la vida.

Al contrario, detrás de esta salida humorística, vi claramente que aceptaba mis galanteos. «Está bien le repliqué; vengan esas calabazas cuando usted salga del convento, pero déjeme usted antes contribuir a que salgaEn suma, casi diariamente nos escribíamos.

En cuanto a las doncellas de labor y cocineras, no paraban aquí los galanteos de don Serapio.

El profesor lo había comunicado misteriosamente á todos sus amigos, luego de rogar á cada uno que guardase el secreto. Después de sus fútiles galanteos de estudiante, éste era el primero, el gran amor de su existencia.

Después de esta escena, que no sabemos si se realizó con los pormenores horrendos que algunos contaban, quedó roto el matrimonio para siempre. Osorio, sin derecho ya para intervenir en la conducta de su mujer, se vió obligado a ser mero espectador de ella. Entregóse Clementina sin reserva, sin disimulo, puede decirse también que sin pudor, a todos los galanteos que se le ofrecieron.

Palabra del Dia

aprietes

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