United States or Côte d'Ivoire ? Vote for the TOP Country of the Week !


Muchas niñas bonitas de Londres sienten en la actualidad una secreta admiración por algún joven gañán o un caballerizo buen mozo de la posesión de su padre, encerrándose la gravedad de este amor no declarado en la completa imposibilidad de su realización.

Ya ve usted, Gabriel decía el curita . Tanto sacrificio, para venir a ganar menos de lo que gana un gañán en mi pueblo. ¿Y para esto me ordenaron con tanto aparato? ¿Para esto canté misa en medio de gran pompa, como si al desposarme con la Iglesia me uniese con la riqueza? Su miseria le hacía un esclavo de don Antolín.

Hacer hablar con propiedad á un rudo gañán, describir con exactitud las costumbres de un país no basta para merecer el nombre de insigne novelista. Los griegos se reían de los pintores de bodegones.

Por el camino que conducía derechamente á la antigua ciudad de Vinchester y á no muy grande distancia de ella iban dos jinetes, joven, apuesto y ricamente ataviado el uno, con las espuelas de oro del caballero, al paso que el otro, hercúleo mocetón, tenía más trazas de gañán que de soldado, á no revelar su profesión la formidable espada que al cinto llevaba.

Empezaba a anochecer y encendió un velón de los antiguos de Lucena, puesto sobre una mesa, en la que se veía un tintero de loza enorme, con una pluma no más larga que un dedo. Allí hacía él sus cuentas, y en un armario inmediato estaban «los libros», de los que hablaba Rafael con cierto respeto. Cada gañán tenía su cuenta.

Creo que no, mi pobre Paulina... Rebaja pronto... pronto... Ya quisiera yo tener que rebajar algo gimió Francisca, pero no puedo disminuir mis pretensiones a no ser que me case con un gañán, con un marmitón o con un mono vestido, lo que está lejos de ser tentador. ¡Ah! suspiró la Sarcicourt; no estamos ya en los tiempos en que la gente se contentaba con una choza y un corazón...

Pero Conchita torció otra vez el gesto con expresión de protesta. No; yo no quiero diamantes. ¡Para como los ganan muchas!... Yo soy clásica, como dice Isidro, y no me presto a ciertas cosas. A me gusta como Dios manda, ¿se entera usted?... como Dios manda.

Era el hijo de D. Baldomero muy bien parecido y además muy simpático, de estos hombres que se recomiendan con su figura antes de cautivar con su trato, de estos que en una hora de conversación ganan más amigos que otros repartiendo favores positivos.

Allí, según noticias, se trabaja mucho, ¡mucho!... Usted no tiene costumbre de matarse así, de sol a sol, como un gañán. Aquí está usted mejor; tiene usted tiempo libre para todo.... ¡Hasta para hacer versos! ¡Bien! ¡Bien! ¿Y cuándo se va usted? Dentro de quince días. ¡Eso está malo, malísimo! ¡Bien! Se irá usted cuando guste. Hoy mismo llamaré al sustituto. ¡Queda usted libre desde hoy!

Pero ¿es esto lo que en realidad acontece? ¿No es, al revés, frecuentísimo el que, por vanidad, por moda, por capricho, o por extravagancia, demos lo necesario, no ya por lo superfluo, sino hasta por lo dañino? Se dirá que ambos cambiantes satisfacen una necesidad, y que en este sentido ganan.