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Actualizado: 14 de junio de 2025
Todo el dinero que ganan los gallegos en América viene luego aquí, a mover nuestra industria. Y no es sólo dinero lo que los indianos hacen circular entre nosotros, sino también espíritu de progreso y de tolerancia. Con su acento absurdo, diciendo San Jorge de Bolsas en vez de San Jorge de Sacos, y cosas por el estilo, los gallegos que vuelven de América están modernizando Galicia.
Quien lo tenía era él, el grandísimo cazurro, que con el achaque de que ella se reposase sentía unas ganas atroces de meterse otra vez entre sábanas y roncar como un gañán. Don Germán reía asegurando que sólo temía por la salud de ella. ¡Pero cuántas mentiras me has dicho hoy, Virgen del Carmen! ¿No te remuerde la conciencia de engañar de ese modo a una infeliz mujer?
Y el otro respondió que era verdad cuanto su contrario decía, y no había querido darle más de cuatro reales porque se los daba muchas veces; y los que esperan barato han de ser comedidos y tomar con rostro alegre lo que les dieren, sin ponerse en cuentas con los gananciosos, si ya no supiesen de cierto que son fulleros y que lo que ganan es mal ganado; y que, para señal que él era hombre de bien y no ladrón, como decía, ninguna había mayor que el no haberle querido dar nada; que siempre los fulleros son tributarios de los mirones que los conocen.
El vino usado con moderacion es medicina para el ánimo y para el cuerpo: así pensaba el sabio Memnon, y se emborrachó. Propónenle jugar una mano de sobremesa: un juego, donde se atraviesa poco, es una inocente diversion. Juega, y le ganan quanto traía en el bolsillo, y quatro veces mas sobre su palabra.
Unos se hacen vecinos y se dedican a coristas endémicos para todas las óperas y zarzuelas que haya que cantar, y otros consiguen un beneficio en que ellos pasan a primeros papeles y, ayudados por varios jóvenes aficionados de la población representan alguna obra de empeño, ganan diez o doce duros y se van a otra provincia a tronar otra vez.
Pero la presencia del siniestro gañán de la imprenta, que inmóvil permanecía en medio de la sala, le hizo comprender la necesidad de concluir su obra, que reclamaban con furor los irritados cajistas y el inexorable regente. Tomó la pluma, y con facilidad notoria terminó de esta manera.
El señorito no pudo contenerse. ¿Eres tú, miserable? exclamó con voz alterada poniéndosele delante. ¿Eres tú, gañán asqueroso, el que se atreve á profanar lo que debiera ser tan sagrado para ti como la Hostia?... ¿No sabes que los criados no pueden atentar á la honra de sus señores?... Pues apréndelo, villano...
Lo sé de fijo por el mismo abogado de aquí». ¡Pin, pin! Y Amparo, a su vez, escuchaba frases coléricas: «Si te dieron palabras, que te las cumplan». ¡Pinnn!... Una hoja purpúrea descendía con lentitud.... «Baltasarito, hijo, van a cogerse ciento y no sé cuántos miles de duros, si ganan».
A usté le han dicho que hay que darme argo cuando me voy de un cortijo; pero eso es pa los otros, pa los ricos que ganan er dinero de rositas. Usté lo gana exponiendo la vía. Somos compañeros. Guárdeselo, señó Juan. El señor Juan se guardó los billetes, algo contrariado por esta negativa del bandido, que se empeñaba en tratarle como a un compañero.
¿A tí no te habrán dolido nunca las muelas, eh, Manín? preguntó el maestrante, que no podía estar un cuarto de hora sin comunicarse con su mayordomo. ¡Quiá! exclamó el gañán sin abrir los ojos siquiera. ¡Es una roca! manifestó el caballero con verdadero entusiasmo.
Palabra del Dia
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