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Buenos días, señores. Santos y buenos los tenga usted. El rosario terminó en seguida. D. Fermín entró en la sacristía tan altanero y furibundo como el conquistador que pone el pie en una ciudad capitulada; entró diciendo con increíble arrogancia y crueldad: Esta noche ha helado como en Diciembre; me parece que no vamos a tener fruta este año.

Junto a él estaba el llamado Teneyro, diputado también, cura de Algeciras, hombre con pretensiones y fama de gracioso, aunque más que a la agudeza de los conceptos, debía esta al ceceo con que hablaba; de cuerpo mezquino, de ideas estrafalarias, tan pronto demagogo furibundo, como absolutista rabioso; sin instrucción, sin principios ni más conocimientos que los del toque del órgano, cuyo arte medianamente poseía.

Sea como sea, no nos detengamos en reflexiones y acabemos á escape. El nieto de Apeles, que es un furibundo pagano, entra en una conjuración para restablecer en Palmira la idolatría. Apeles sabe á tiempo su propósito, y como no puede disuadirle de que vaya á la ciudad, le acompaña.

Yo soy un libre-cambista teórico furibundo. Bastiat y Cobden me han convencido: pero en la práctica me asusto del libre-cambio. ¿Qué hay en España que pueda competir libremente con los productos extranjeros?

Lo tan temido y esperado no tardó en llegar, negro, espeso, rugiente, furibundo, como si toda la mar con sus olas embravecidas, y sus huracanes y sus bramidos, y su empuje irresistible, hubiera salido de su álveo incomensurable para pasar por allí.

Aunque el teutón se estremeció al golpe furibundo del caballero inglés, su lanza alcanzó á éste en la visera con fuerza tal que rompió las cintas que sujetaban el casco y éste cayó hecho pedazos, pero el barón continuó su carrera, descubierta la calva cabeza que brillaba á los rayos del sol.

Lanza el Egipcio un horrendo grito, y muere convulso y desesperado, Volvióse entonces Zadig á la dama, y con voz rendida le dixo: Me ha forzado á que le mate; ya estais vengada, y libre del hombre mas furibundo que he visto: ¿qué quereis, Señora, que haga? Que mueras, infame, replicó ella, que has quitado la vida á mi amante: ¡oxalá pudiera yo despedazarte el corazon!

Los bosques se enrarecían también al menor contacto del furibundo viento Sur, que ya estaba en plena campaña para secar las panojas y madurar las castañas; los pajarillos enmudecían poco á poco y volaban errantes é indecisos; las noches crecían y los días acortaban; la naturaleza toda anunciaba su letargo del invierno, y no se escuchaba otro sonido de su elocuente lenguaje que el de los secos despojos de su primavera, rodando en confuso torbellino á merced del viento que cada día soplaba más recio.

Allí fué que en otros tiempos Sobre el indio fugitivo, Llegó el español altivo Y alzó la gigante cruz. Quién atronando su orilla Con acento furibundo, Turba el silencio profundo Que reina en la soledad? Por una parte, un gran pueblo Que sus derechos reclama; Por otra, turba que infama Á Dios y la humanidad.

La catástrofe tuvo lugar a la noche siguiente, pues habiéndose permitido Rubín algunas reticencias desfavorables a la reputación de la Virgen María, saltó Pedernero de su asiento, trémulo y descompuesto, en estado de horrible agitación, y lanzó a su contrario anatema tan furibundo que los amigos tuvieron que sujetarles. «Porque yo soy un lipendi.