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Actualizado: 22 de junio de 2025
Ahora lo sabrá V. Clotilde habrá tomado esta tarde poco alimento... Muy poco. Probablemente se despertará, y entonces le da V. dos cucharadas de lo contenido en el frasco grande. Tal vez siga tranquila, y en ese caso, nada. Pero lo casi seguro es que sobrevenga una excitación muy fuerte, y entonces le da V. cuatro o seis gotas de lo del frasquito amarillo.
Sospecho que el ilustre Juan María Farina, inventor del agua tan famosa, viendo que no habia esperanza de que Colonia se limpiase y purificase, resolvió fundar allí de preferencia su establecimiento como un sistema de compensacion muy oportuno. Por lo demas, es imposible llegar á Colonia sin comprar un frasco siquiera de su agua preciosa, sin perjuicio de la que uno se bebe en los hoteles.
¡Es un portento! exclamó; y me admira que hayáis arriesgado por las calles una maravilla tan frágil como ésta. Confieso que fué grave imprudencia. ¡Un frasco de vino, Tita, pero del mejor, del florentino! Sin vuestro auxilio no sé qué hubiera sucedido. Examinad bien la tez; á mí mismo me resulta muchas veces demasiado obscura, enrojecida por haberse caldeado los colores, ó pálida y falta de vida.
Y, estremeciéndose, extendió la mano hacia el frasco de gotas de Hoffman, que estaba siempre a su alcance. Era la primera vez en su vida que tenía miedo. Cuando el viejo Hellinger penetró en la habitación de arriba, el espectáculo con que se encontró le heló la sangre en las venas. El cuerpo de su hijo yacía en el suelo, cuan largo era.
Marcelo, el sacerdote, se aproximó a la mesa, tomó el frasco, vertió unas cuantas gotas de su contenido en el agua, y sosteniendo con una mano a la enferma le hizo con otra beber el líquido misterioso. Mientras el médico pedía misericordia al cielo, el sacerdote se echaba en brazos de la ciencia. ¿Llegó al cielo la plegaria? ¿Obró la substancia química sobre el organismo?
Sólo compro el vino: en las Carolinas nadie bebe agua. Los chicos se desmaman con leche de cepas. Pero por tres perros me llenan un frasco para todo el día. Aquí, fuera de puertas, el vino va regalado. Y luego de bien satisfechas las necesidades de su vida, le restaban, como ganancias, los hallazgos de la busca, los descubrimientos inesperados.
Cecilia, a quien sólo se le conocía el mal humor en que hablaba menos, sacó de su cómoda un elixir dentrífico, copió una oración a Santa Polonia que le habían dado, y llamando con misterio a Elvira, le dijo toda ruborizada: Elvira, ¿quieres hacerme el favor de llevar este frasco y este papel al señorito Gonzalo? ¿Ahora mismo?
Y llevándose el frasco a los labios bebió hasta la última gota, lo lanzó después lejos de sí y apoyando los brazos en la mesa dejó caer sobre ellos la cabeza. Bebimos una vez más a la salud del Rey y es todo lo que recuerdo de aquella noche. Que no es poco recordar. Al despertarme no hubiera podido decir si había dormido un minuto o un año.
Laura se sonrió, le miró, se confundió más, y como nadie hablara, exclamó con desesperación: ¡Dios mío! ¡Ahora supondrán que me impresiona el recuerdo de José Luis! Dejó caer los brazos. Julio, en medio de la aflicción de todos, tomó un frasco con agua de colonia que pidió a Zoraida y empapando completamente su pañuelo quiso aplicarlo a las sienes de Laura.
La institutriz parecía absorta y abismada en sus pensamientos, porque no apartaba la vista del frasco de mostaza que delante de sí tenía y dejaba pasar largos intervalos sin mover el tenedor que apretaba entre sus dedos. Los lamentos de la niña eran prolongados y se repetían sin cesar y sin debilitarse.
Palabra del Dia
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