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Actualizado: 28 de junio de 2025


Todos los años escogen á la mujer más célebre para que haga este panegírico. Ahora me toca á mi, y no me atrevo á renunciar á una distinción tan extraordinaria. Flimnap afirmó al coloso que acababa de dar órdenes para que lo acompañase un buen traductor en su visita á la capital.

Algunas de ellas, que ya se consideraban en edad de matrimonio por haberles apuntado la barba, contestaban á estas miradas con guiños, que equivalían á frases amorosas, evitando el ser vistas por las ceñudas matronas sentadas á su lado. Este espectáculo frívolo, que un día antes habría sido despreciado por Flimnap, le emocionaba ahora con honda sensación de ternura.

Dígale apuntó por lo bajo á Flimnap que sus poesías también son magníficas y me gustaron mucho cuando las leí traducidas por usted. Jamás había experimentado un orgullo profesional ni una satisfacción de amor propio comparables á los de este momento.

En un salón encontró á Momaren, que acababa de despojarse de la vestidura de gran ceremonia, yendo simplemente con su toga de diario y el gorro de doctor. Este gorro, en vez de una borla llevaba cuatro, para dar á entender la magnitud sin límites de su sabiduría. Al ver á Flimnap sonrió protectoramente. Los altos señores del gobierno dijo están muy satisfechos de su discreción y su cordura.

Donde el gigante va de caza y Popito expone sus ideas sobre el gobierno de las mujeres Cuando el bondadoso Flimnap se presentó al día siguiente, Edwin le hizo una pregunta que tenía preparada desde la tarde anterior.

Lo son contestó Flimnap ; pero una sociedad bien organizada como la nuestra no podía consentir que las mujeres, mucho más inteligentes que los hombres, cargasen con los trabajos pesados y enojosos, mientras el sexo vencido vivía en la tranquilidad y la molicie.

Tal vez el temible orador estaba ya hablando á estas horas. Flimnap corrió al palacio del gobierno, entrando en el ala ocupada por el Senado. Su amor por Gillespie le sugería las más atrevidas resoluciones. El tímido profesor, que pocos días antes era incapaz de la más pequeña iniciativa, se asombraba ahora de su audacia.

Para ser una mujer de guerra, estaba demasiado gruesa y tenía los pies inseguros. Fué subiendo la mano poco á poco para que el emisario no sufriese rudos balanceos, y al tenerla junto á sus ojos lanzó una exclamación de sorpresa. ¡Profesor Flimnap! La traductora saludó quitándose el casquete alado, mientras apoyaba su mano izquierda en la empuñadura de su espada.

¡Buena la hiciste ayer! dijo el gigante en voz queda, como si hablase con él mismo . En realidad eres el culpable de todo lo ocurrido, por tu maldita idea de dejarme solo para ir á ver á Popito.... Pero no te abandonaré por eso, como me pide la loca de Flimnap.... ¡Qué diablo será esto del amor, que á todos nos hace cometer enormes tonterías, y hasta da un aspecto grotesco á esa pobre mujer tan inocente y bondadosa!...

Los periodistas, siempre á caza de novedades, habían averiguado en la noche anterior las disposiciones de Flimnap, y todos los diarios de la capital anunciaron por la mañana el primer rasuramiento y la primera corta de cabellos del gigante después de su llegada á las costas de la República, lo que hizo que los desocupados acudiesen en grandes masas para presenciar tan curioso espectáculo.

Palabra del Dia

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