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Actualizado: 21 de junio de 2025


«¡El ateo! Aunque todos le tenían por inofensivo, creían los más en su maldad ingénita y en una misteriosa superioridad diabólica. Y aquel diablo, aquel malhechor se arrojaba a los pies del señor espiritual de Vetusta.... ¡Oh! ¡qué gran efecto teatral!... No, no sería él bobo, su madre tenía razón, había que sacar provecho.... Y después, aquello no era más que una preparación para otro triunfo más importante; ¿no se había dicho que hasta la Regenta le abandonaba? Pues ya se vería lo que iba a hacer la Regenta...». Don Fermín se ahogaba de placer, de orgullo; se le atragantaban las pasiones mientras don Pompeyo tosía, y entre esputo y esputo de flema decía con voz débil: Puede usted creer... señor Magistral... que ha sido un milagro esto... , un milagro.... He visto coros de ángeles, he pensado en el Niño Dios... metidito en su cuna... en el portal de Belem... y he sentido una ternura... así... como paternal... ¡qué yo!... ¡Eso es sublime, don Fermín... sublime.... Dios en una cuna... y yo ciego... que negaba!... pero dice usted bien.... Yo me he pasado la vida pensando en Dios, hablando de

Es el tal casi hermoso, alto y rubio como un inglés y con su flema y su tiesura un poco altanera. Joven, rico y con bastante talento para deslumbrar, tiene con las mujeres todos los éxitos que puede desear y hasta algunos más. Lautrec, sin embargo, no tardó en despedirse, y yo me ofrecí el pobre desquite de hacer rabiar un poco a Luciana.

Lucía ansiaba llegar... pero la angustia de la caída la despertó, como sucede siempre en las pesadillas. A pocos días de haberse confesado Pilar, expiró. Fue su muerte casi dulce y del todo imprevista, en cuanto careció de agonía. Una flema mayor que las demás cortó su respiración algunos segundos, y apagose la débil luz de la vida en la exhausta lámpara.

Tampoco da en el jitu ahora me contestó el arrastrado con una flema desesperante , porque son hasta más altus; sólo que están más «tupíus»... más arrimaus unus a otrus. Pues entonces exclamé hasta con ira , ¿en qué está la ventaja de tu valle sobre este puerto, alma de cántaro?

El son de mas de una templada caja, Y el del pifaro triste y la trompeta, Que la colera sube, y flema abaxa; Asi os incite con virtud secreta, Que despierte los animos dormidos En la facion que tanto nos aprieta. retumba, ya llega á mis oidos Del esquadron contrario el rumor grande, Formado de confusos alaridos.

No te apure la flema de esta socarrona dijo Nieves dándola un pellizco en el brazo que estaba más al alcance de su mano derecha , que aunque no fuera embuste lo que aparenta, aquí estoy yo que me he asombrado por las dos...

Nadie como Betánzos, al referir las obras, hechos, acciones y pasiones de los indios peruanos, retrata con más verdad el carácter de esta gente, su flema, su calma, y los súbitos arranques de crueldad, alegría, tristeza ó miedo que con ella contrastan; las cosas, en su historia, suceden á lo indio, no como en Cieza y Garcilaso y otros las leemos, á la española, ó quizá á la romana y á la griega.

¡Oh, la desigualdad! Salvatierra se enardecía, abandonaba su flema bondadosa al pensar en las injusticias sociales. Centenares de miles de seres morían de hambre todos los años.

¡Ea! ya está sentado el sabio; ya sopla el polvo de la mesa y coloca el sombrero sobre ella; ya se saca a medias una bota que le oprime mortalmente los sabañones; ya tose y se arranca la flema de la garganta; ya trae el libro hacia , ya mira con curiosidad el sello de la Academia estampado en la primera página; ya empieza a leer.

El médico no intentó disputar más, porque a su vez empezaba a hallarse preocupado con la flema del heredero de los Moscosos. Hay que decir, en abono del discutidor higienista, que tomaba su profesión por lo serio, y la respetaba tanto como Julián la suya.

Palabra del Dia

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