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Actualizado: 8 de junio de 2025
Era un joven de rostro en extremo inteligente, en demasía inteligente, de largos cabellos de poeta y de manos finas. Hablaba con mucho trabajo, como si se viera obligado a vencer, a cada palabra, la resistencia encarnizada del aire. En su dulce voz se adivinaba el sufrimiento: Es muy triste todo esto dijo a Karaulova . La comprendo a usted y la miro con simpatía.
En el paraíso del Teatro Real, adonde iban un par de veces por semana, tenían estas dos niñas finas su círculo de mozuelos galanteadores y estudiantes y empleados de esas categorías ínfimas que rayan en lo microscópico.
En cuanto á la pesca y á la caza esta comarca es tan abundante como la de Pata, y sus producciones naturales son enteramente las mismas: se ha descubierto, sin embargo, en los bosques de Santa-Cruz, una infinidad de maderas de ebanistería las mas finas y hermosas, tales como el guayabo, el granadillo, etc.
Caminaba delante un grueso pelotón de fornidos ratones, gente toda de guerra, cuyas aceradas bayonetas de finas agujas relumbraban á veces en la obscuridad. Detrás venía otro pelotón no menos numeroso, armados también hasta los dientes.
Yo había retenido el lecho de abajo; así, me llamó la atención, al llegar a la división que me correspondía, ver instaladas ya dos personas. Eran un hombre de barba blanca, de unos 60 años de edad, y una niña de 20, esbelta, de facciones agradables y finas.
El suelo se cultiva también en considerable extensión, y se producen en él casi todos los cereales. En los bosques se encuentran muchas maderas finas para la ebanistería y otras dignas de notarse por su belleza y durabilidad. Debe agregarse que se trabajan algunas minas.
Los pies iban metidos en unas babuchas cubiertas de gruesos dorados, que, al sentarse ella, cruzando las piernas, quedaban como sueltas, próximas a escaparse de las finas extremidades. Le tendió la mano, sonriendo con amable frialdad. ¿Cómo está usted, Gallardo?... Sabía que estaba en Madrid. Le he visto.
Diariamente abría con el juego una ventana á la Fortuna, por si se dignaba acordarse de ella. ¡Quién sabe si alguna tarde plegaría sus alas de oro sobre una mesa del Casino, dejándose acariciar, como un águila domada, por las finas manos de Alicia!...
Mordejai no vaciló un momento en la elección, y dijo a Su Majestad de baixo terra, que para nada quería tanta pedrería por fanegas, si no le daban muquier... «Querer mi ella... gustar mí muquier, y sin muquier migo, no querer pieldras finas, ni diniero ni naida».
Iba á todas horas con un cigarro paraguayo en un extremo de sus labios azulencos y chorreantes de nicotina, y cuando don Carlos no estaba presente, empleaba para tomar mate su misma calabacita de finas labores y su bombilla de plata.
Palabra del Dia
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