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Actualizado: 1 de junio de 2025
En los escaparates de una confitería en la calle de San Honorato descubrimos un Pio IX de azúcar, y en la esquina del gran hotel del Louvre, hácia la plaza del Palacio Real, un Napoleon de chocolate, montado á caballo. Digo la verdad, sin embargo de no ser pontífice ni emperador, no me sabria bien que una escultura tan original confiase el secreto de mi fama al chocolate y al azúcar.
El Asia quedó libre de la sujecion de los Turcos por nuestras armas, nuestra reputacion y fama tambien lo ha de quedar por ellas; y si Grecia se admira de tantas victorias, hoy sentirá el rigor de vuestras espadas que no supo conservar en su favor y defensa.
-Siempre los escuderos -respondió doña Rodríguez- son enemigos nuestros; que, como son duendes de las antesalas y nos veen a cada paso, los ratos que no rezan, que son muchos, los gastan en murmurar de nosotras, desenterrándonos los huesos y enterrándonos la fama.
»Pero ¡qué diestro era el maldito en esta clase de empeños!, y yo, a pesar de mi fama de insensible y de mi reputación de traviesa, ¡cómo me dejaba conducir por donde él quería llevarme!
Tirso era de carácter rudo; su aspereza parecía fruto de cierto orgullo íntimo por el cumplimiento del deber, y con los campesinos guardaba siempre una reserva calculada, cual si pensase que convenía a su prestigio de sacerdote el apartamiento de las miserias humanas. Lo que más contribuyó a su buena fama, fue la indiferencia que manifestó hacia las mujeres desde que tomó posesión del curato.
Primero es menester que se refrene El vicio que entre todos se derrama, Que si este no se quita, en nada tiene Con ellos que hacer la buena fama: Si este daño común no se previene, Y se dexa arraigar su ardiente llama, El vicio solo puede hacernos guerra Mas que los enemigos desta tierra. Dentro se echa este vando, haviendo primero tocado á recoger el atambor.
Disculpáronse los judíos con decir que el cabildo con sobra de codicia pretendia mas dinero del que ellos debian entregar por el tributo. Su hijo don Alfonso X, á quien justamente da la fama el nombre de Sabio, se sirvió para componer sus Tablas, de la ciencia de los mas doctos judíos i árabes.
Baltasar, desde los tiempos en que vivió asilado en San Francisco, se había entregado con pasión al culto de Baco, y es fama que labró sus mejores efigies en completo estado de embriaguez. Hace poco leí un magnífico artículo sobre Edgardo Poe y Alfredo de Musset, titulado El alcoholismo en literatura. Baltasar puede dar tema para otro escrito que titularíamos El alcoholismo en las bellas artes.
No nos toca tratar extensamente de la antigua música española, á pesar de yacer desconocidas casi todas sus obras en los archivos de las catedrales; pero ateniéndonos á la fama de muchos maestros, como Pérez, Salinas, Monteverde y Gómez, y al influjo que ejercieron en los demás países de Europa, y á juzgar por alguna que otra prueba de su talento musical, que se oye de vez en cuando en nuestros días, debemos deducir que en los siglos XVI y XVII hubo en España una escuela de música, que podía rivalizar con las italianas por su fecundidad y excelencia.
La fama de Gabriel se difundía entre el personal humilde del templo. Los domésticos de la Primada se hacían lenguas de su sabiduría. Los clérigos fijábanse en él, y más de una vez el canónigo bibliotecario, al pasearse por el claustro alto en las tardes lluviosas, había intentado hacer hablar a Luna.
Palabra del Dia
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