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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Gran juerga con unas extranjeras de vida alegre, a las que algunos de estos jóvenes conocían de París. Habían venido a Sevilla con motivo de las fiestas de Semana Santa y de la Feria, y ansiaban conocer lo más «pintoresco» de la tierra. Eran de una hermosura algo marchita, reanimada por los artificios de la elegancia.

Claro está que en la provincia de Córdoba hay damas ricas, que han estado o están en Madrid, que tal vez han ido a Baden o a Biarritz algún verano; que hablan francés, que han paseado en el bosque de Boulogne, que conocen acaso varias cortes extranjeras, que leen las novelas de Jorge Sand y los versos de Lamartine en la misma lengua en que se escribieron, y que se visten con Worth, con Laferrière, con la Honorina o con la Isolina.

Algunas casas de comercio extranjeras guardan grandes cantidades de nueces y no las venden hasta que obtienen buenos precios. En Guayaquil se venden las nueces aproximadamente desde dos dólares hasta dos dólares y medio las cien libras, y las que se escogen especialmente tienen un precio todavía más subido.

Agrádale también presentar cortes extranjeras en la escena para el desarrollo de sus intrigas dramáticas, y un aventurero español, rival de diversos príncipes que pretenden la mano de alguna princesa, el cual, después de los sucesos más interesantes, sin duda por ser compatricio del poeta, logra siempre al cabo la victoria.

No quedaba en el salón ninguna de las extranjeras rubicundas que hacían labores y hojeaban revistas. Los músicos habían desaparecido. El silencio nocturno sólo era cortado por leves crujidos de la madera y el balanceo de los objetos. Ojeda se decidió a escribir. Ten fe en nuestro destino. No desesperes: tal vez nuestro amor necesitaba de esta prueba para fortalecerse.

8 Y así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban perfumes, y sacrificaban a sus dioses. 9 Y se enojó el SE

Además tenía un color moreno exótico que anunciaba su poca honradez. ¿Llevaba aros en las orejas? preguntó el señor Crackenthorp, que tenia algún conocimiento de las costumbres extranjeras. Bueno... esperad... veremos respondió el señor Snell como un somnámbulo dócil que quisiera realmente no equivocarse, si fuera posible.

Ora me llamaban la atencion los numerosos molinos y alguna que otra fábrica á orillas del canal; ora las barcas viajeras cargadas de harina ó de mercancías extranjeras y rieles de ferrocarril; ya algunos pequeños pueblos vecinos, algunos cordones de colinas cubiertos de viñas, ó grupos de bodegas al aire libre; ya los bellos paisajes del valle del Pisuerga, en pintoresca sucesion desde la llanura de Valladolid hasta Palencia, que el canal domina enteramente desde léjos.

De la herencia que libremente podía disfrutar sólo tomaba lo preciso para sostener el decoro de la casa y hacer algún viaje a las grandes clínicas extranjeras, en demanda de luces y medios con que extender en el valle la misericordia de su misión.

En una palabra, un gran artista que discurría como Miguel Ángel y ejecutaba como Velázquez. Lo que no tenía, por ser español, era dinero; mas a consecuencia de haber enviado obras a exposiciones extranjeras y haber retratado a una embajadora hermosísima, era su nombre conocido en toda Europa.

Palabra del Dia

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