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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Vamos a fundar colonias parisienses en la llanura de Passy, en la llanura de Monceau, en los barrios que antes no eran absolutamente París, y que aun hoy no lo son del todo. Entre estas colonias extranjeras, la más numerosa, la más rica, la más brillante, es la colonia americana. Llega un momento en que el americano se siente bastante rico; el francés, jamás tiene bastante.
Ocupando un territorio intermediario de razas y civilizaciones invasoras, los Suizos sufrieron sucesivamente tres dominaciones extranjeras de primer órden: la del imperio romano, conquista comenzada 60 años ántes de la era cristiana, y completada por César; la del imperio franco, que terminó en el siglo IX, poco despues de la muerte de Carlomagno, y la de los Alemanes y la casa austríaca de Habsbourg, dominacion comenzada á sacudir por la liga de la independencia que inició Guillermo Tell al principio del siglo XIV.
Las dos extranjeras fueron inmediatamente notadas y apreciadas como merecían, por las treinta o cuarenta personas que constituyen una especie de tribunal misterioso, que sentencia a nombre de todo París, y cuyas sentencias son sin apelación.
16 E hicieron así los hijos de la transmigración. 17 Y concluyeron, con todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras, al primer día del mes primero. 18 Y de los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados éstos: De los hijos de Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, y Eliezer, y Jarib, y Gedalías;
Don Rosendo pretendía esparcirlo profusamente por la provincia, enviarlo a todas las de España, y hasta darlo a conocer en las naciones extranjeras. Tanto aquél como sus socios asistieron con interés al acto de funcionar la máquina.
Leía por las tardes en el Ateneo las revistas extranjeras, para estar «al día» en los adelantos del pensamiento universal y reventar a ciertos camaradas ignorantes que, por haber publicado algunos versos en los periódicos, pretendían deslumbrar al pobre «inédito». Además, seguía adquiriendo libros, a pesar de su pobreza. No podía librarse de este hábito de sus tiempos de abundancia.
El espíritu de destrucción, hijo de la ignorancia que ha dominado en todas las clases sociales, y el ridículo culto rendido á las novedades extranjeras, trajo consigo el menosprecio, por estos inapreciables objetos del moblaje que eran vendidos ó trocados miserablemente.
Había dejado a un lado el cigarrillo de azules espirales, y con una media voz que acentuaba las palabras, dándolas temblores apasionados, cantaba acompañándose de las melodías del piano. El torero avanzó los oídos para entender algo... Ni una palabra. Eran canciones extranjeras. «¡Mardita sea! ¿Por qué no un tango o una soleá?... Y aún querrían que un cristiano no se durmiese.»
Quedaban, es verdad, en la orilla izquierda del Plata las mujeres, los hombres materiales, aquellos que pacen su pan bajo la férula de cualquier tirano; los hombres, en fin, para quienes el interés de la libertad, la civilización y la dignidad de la patria es posterior al de comer o dormir; pero toda aquella escasa porción de nuestras sociedades y de todas las sociedades humanas, para la cual entra por algo en los negocios de la vida el vivir bajo un gobierno racional y preparar sus destinos futuros, se hallaba reunida en Montevideo, adonde, por otra parte, con el bloqueo y la falta de seguridad individual, se había trasladado el comercio de Buenos Aires y las principales casas extranjeras.
Muchas señoras extranjeras la buscan para colocar flores en la sepultura de un jorobadito que hacía versos: el conde Giacomo Leopardi. El silencio con que acogían estas explicaciones los dos clientes le hizo abandonar su oratoria maquinal para fijarse en ellos. El señor le había tomado una mano á la señora y se la apretaba hablando en voz muy baja.
Palabra del Dia
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