Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de julio de 2025


Representaba para él un placer exquisito dejar que se deslizase el tiempo sentado en un diván que aún parecía guardar la huella del cuerpo de Julio, viendo aquellos lienzos cubiertos de colores por su pincel, acariciado por el calor de una estufa que roncaba dulcemente en un silencio profundo, conventual.

No es, pues, ni el arte profundo y exquisito, ni la sutil y peregrina enseñanza de inauditas verdades, ni la superior inspiración, ni el refinamiento de la última moda de París, ni el primor del estilo, ni otras raras prendas literarias, lo que da la palma y corona de laurel a un autor de novelas: es el llegar a tiempo oportuno y el dejarse arrastrar sin miedo por la corriente.

De esta suerte, novelas, no ya de arte exquisito y profundo, sino con poco o ningún arte, aunque escritas en un momento dichoso y oportuno, han logrado más éxito, han tenido mayor resonancia, han importado más en los cambios sociales y en los grandes hechos históricos, que toda esa novelería tan encomiada por el señor Reyles.

La conversación versó al principio sobre los toros. El conde dio acerca de ellos pormenores que se les habían escapado a los otros. No hizo alusión a mi percance, y se lo agradecí. En cambio, los vinos jerez, manzanilla y montilla eran de lo más fino y exquisito que pudiera beberse en ninguna parte. Las mujeres, abandonadas a mismas, charlaban en grupo aparte.

Sabemos que en ellos todo será digno, así de la brillante concurrencia que ha de llenarlos, como de la proverbial amabilidad y del exquisito gusto de las señoras de la casa, y de la bien acreditada prodigalidad del opulento patricio y esclarecido anfitrión

El mar estaba murmurando ahí únicamente para reflejar las imágenes de oro que cruzaban por mi mente... Ningún hombre fue cazado por la especie con más precauciones, con más exquisito cuidado... Todos los lazos que nos tiende la Naturaleza para realizar su plan misterioso se pueden evitar; hasta la misma voluntad de vivir se puede vencer; yo la he vencido, pues que apetezco con ansia la muerte.

De todas suertes ella padecía mucho. Se le figuraba que toda la vida se le había subido a la cabeza; que el estómago era una máquina parada, y el cerebro un horno en que ardía todo lo que ella era por dentro. El pensar sin querer, contra su voluntad, algo complicado, original, delicado, exquisito, llegó a causarle náuseas, y se le antojó envidiar a los animales, a las plantas, a las piedras.

La ilustre cuna de la dama, su fama de virtuosa y su intenso amor de viuda con deseos atrasados, le cautivaron en tal grado, que también esta vez imaginó hallarse en vías de sincero apasionamiento. Pronto se convenció de que su entusiasmo era mero resultado del contraste que formaban los picantes atractivos de la chalequera con el exquisito libertinaje de la gran señora.

Por mi parte, le aseguro a usted que el ácido fénico me hace engordar y que su aroma me parece exquisito. Desengáñese usted, querido colega. El ácido fénico sólo es desagradable para los hombres... ¿Y piensa usted quedarse mucho tiempo por aquí? Verá usted. Yo he venido a reponerme. He sufrido mucho en mis correrías por el mundo.

Concebimos bajo las mismas leyes intelectuales, como aspiramos a la fortuna con idéntico propósito, así como, con igual desenfado, la echamos por la ventana, una vez conseguida. Un bogotano, un cachaco exquisito, pobre como Adán, había tenido la suerte de ser designado por el gobierno para conducir a Quito no qué piedra conmemorativa de la independencia.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando