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Actualizado: 6 de julio de 2025
Cuanto allí había era prueba de exquisito gusto, cultura y riqueza bien empleada. Indudablemente el lujo de relumbrón, las antiguallas falsificadas y los caprichos absurdos impuestos por la moda, no tenían entrada en aquella casa.
Veámosla por la parte económica, que es por lo que más se recomienda la vida del campo. Por no reventar con tanto y tan especial menjurje, he tenido que proveerme por mi cuenta de la ciudad; y como está muy lejos, entre propios, carros y otras menudencias, lo que aquí he comido, muy mal sazonado, me cuesta triple que mi alimento ordinario y relativamente exquisito de Madrid.
Estos grises aparecen luego en las obras sucesivas de Velázquez, empleados con tal discreción y tan exquisito arte que sólo los pintores y los aficionados capaces de atenta observación, pueden distinguirlos.
Allí la acción es poca o nula, y todo el exquisito primor de aquel rasgo se cifra en la acabada y realista pintura de los héroes de la cofradía de Monipodio. Desde Cervantes existe, pues, el cuadro de costumbres, con jurisdicción independiente de la novela y con formas variadísimas.
Qué vale más, ¿este espactáculo de media hora o el encanto de la música, intenso y soberano bajo una interpretación maravillosa? Quedémonos en este rincón y veamos desfilar todas esas mujeres de una belleza sorprendente. Marchan con firmeza; la estatura elevada, el aire de una distinción suprema, los trajes de un gusto exquisito y simple.
Nerval amaba lo raro en la vida y en los libros; fué un profundo orientalista además de un exquisito poeta , y se inició en todos los ritos esotéricos. Tradujo el Fausto, y Goethe le escribió estas palabras: «Nunca me he entendido mejor que cuando os he leído». En 1836 publicó su Bohemia galante.
La sacaba con arte exquisito del seno de Doña Paca, o del bolso mugriento de Benina. Arramblaba por todo, fuera poco, fuera mucho. Las dos mujeres no sabían qué escondrijos inventar, ni en qué profundidades de la cocina o de la despensa esconder sus mezquinos tesoros.
Si aquella expresión era hija del cálculo, hay que confesar que Isabel había ascendido a lo más delicado y exquisito del arte de agradar. Saludome graciosa y familiarmente con la mano, con lo cual todos los ojos que estaban fijos en ella se tornaron hacia el sitio donde yo estaba. En cualquiera otra ocasión esto me hubiera halagado.
Oí el látigo del postillón, anunciándome que un coche acababa de llegar; entreabrí las cortinas, y cuando el polvo se hubo disipado, vi una silla de postas inglesa del gusto más exquisito. ¡Pero cómo se harán ustedes cargo de mi sorpresa y del temblor que se apoderó de mí, cuando reconocí a Carlos al lado de una señora joven y extremadamente bella!
Los que viajan con un guia en la mano reciben solo de rechazo las ideas, juzgan con prevencion, hablan como el libro, y carecen del exquisito placer de recibir emociones directas.
Palabra del Dia
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