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En un rasgo de verdadero orgullo hacia Pitogo y después de haberme hecho notar con infantil insistencia, los faroles de colores, los abullonados coquillos, las sayas de las dalagas, los exiguos instrumentos de la orquesta, y las gruesas y amarillas cuentas de un collar de ámbar, que descansaba en su amplio pecho, me preguntó con una alegre sonrisa si en España había bailes mejores que aquel.

Te juro, guapo destrozador de corazones, que será una bonita lección de cosas, de la que saldrás disgustado. En fin, puesto que lo deseas, no puedo negártelo. En este preciso instante llega una cliente. ¡Escóndete en el compartimiento número uno, y, sobre todo, no te muevas...! Introduce a Beauvallon en uno de los exiguos compartimientos, y corre las cortinillas de entrada.

Solamente Batilo, el melancólico perro, que había perdido los hábitos de su raza y no sabía ni ladrar, estaba paseando su hastío por el comedor, rasguñando de vez en cuando la puerta de un armario, donde probablemente yacían los exiguos despojos de la carne servida en la mesa aquella tarde.

Escasos eran los recursos de Corcuera, escasísimos los de Ferrater y Méndez Núñez en Pangalungan, y exíguos ante la magnitud de la empresa los empleados por San Feliú por orden de Seriñá para la destrucción de Talayan, terror de nuestras expediciones en el río Grande, y en todos estos casos el éxito más completo coronó el esfuerzo de aquellos héroes, que antes que de sus propios intereses y de propagar prestigios aún no conquistados se ocuparon sólo de enaltecer y rendir un justo tributo al nombre venerado de la Patria.

Como de costumbre, el espléndido inglés reclamó para las preeminencias de banquero, y tallando él con serenidad, apuntando nosotros con zozobra y emoción, le desvalijamos a toda prisa. Sobre todo Amaranta y yo tuvimos una suerte loca. Doña Flora, por el contrario, veía mermados con rapidez sus exiguos capitales y D. Diego se mantuvo en tabla con vaivenes de desgracia y fortuna.