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Actualizado: 21 de junio de 2025


No seas muy exigente esta noche, porque acaso mañana te quede tan poco honor que sea hacerte una limosna el responder á tu provocación. Freneuse cambió una mirada con su enemigo, saludó á Vesín y salió de la estufa. Jenny Hawkins, rodeada de admiradores y con la sonrisa en los labios estaba en medio del salón. Vió de lejos á Jacobo que venía hacia ella y se estremeció, pero no hizo un movimiento.

Este cambio o mejora en mi posición y la consideración de que su hermana de usted tomó por marido a un hombre honrado y pobre, y de que usted no ha de ser ni más ambiciosa ni más exigente que ella, me dan al cabo el atrevimiento que me ha faltado hasta el día, y me llevan a declararle que la quiero de amor y que sería yo el más dichoso de los hombres si usted me correspondiese.

Todo esto y mucho más se le ocurrió a don Simón en un solo instante; y de tal modo influyó en su ánimo, que sólo le tuvo para decir al Ministro, con mucho miedo de parecer demasiado exigente: Si usted me permitiera meditar un poco sobre el particular..., aplazar mi respuesta hasta dentro de unos días...

En cuanto a la herencia de tu tío, no hay que pensar en ella, y es posible, por otra parte, que de aquí a entonces Blanca tenga un marido que cuide de sus intereses... ¿Crees que, en su posición, se casará fácilmente? y no, amigo mío; es una muchacha encantadora y bien educada, a la que la madre más exigente será dichosa en tener por hija.

Ya les iré pidiendo, en la sazón conveniente, todo aquello que se me ocurra. PROCLO. ¡Apareced, dioses! PROCLO. ¿Qué más tienes que pedir? ASCLEPIGENIA. Nada. Yo me contentaba con tu amor. PROCLO. Recapacita, sin embargo, si algo te falta. ASCLEPIGENIA. Si no me motejases de sobrado pedigüeña y exigente, aún te pediría una cosa. PROCLO. ¿Cuál? ASCLEPIGENIA. Que te laves. PROCLO. Me lavaré.

Porque ¿sabe usted cuál es el amor que sugería a usted esa moderación que usted cree inspirada por el amor respetuoso y obediente? ¡El amor dominante, egoísta! ¡Porque, esos placeres, de que usted gozaba, que le hacían prever otros mayores, debían a ella aterrarla!... Ella era también de carne y hueso, y al verse junto a usted se sintió sin fuerzas para resistir a la pasión exigente: ¡después, a solas con su propia conciencia, oyó su voz imperiosa!

Ahora bien: he aquí cómo trataban de establecer nuestro presupuesto la señora X... y su hija: » ¿Qué pensión piensa usted señalar a mi hija para vestirse? me preguntó mi futura suegra. » La que ella quiera respondí galantemente. » Muy bien continuó la señora X, Susana no es exigente. Ya sabe usted que se hace ella misma casi todos los trajes, y que no manda hacer más que los de ceremonia.

Son muy escasos. Aquí sólo se encuentran focas, kanguros, algunos casoares, más pequeños que los africanos, y bandadas de ciertos perros salvajes, llamados dingos, que son muy difíciles de cazar. Es verdad que el indígena de Australia no es exigente, y se alimenta de asquerosos reptiles; pero aun éstos escasean y no alcanzan para todos.

Era mucho más exigente con la modista para sus vestidos que para los propios, y la frase que más la halagaba en boca de sus amigos, era la que envolvía un piropo para su hija. Llevábala a muchas partes consigo, y se afanaba y desvivía para hacer cuanto antes, con la debida solemnidad, su presentación en «el mundo».

Y en tanto, en el recibimiento de la casa se agolpaba un gentío fosco, siniestro, una turba preguntona y exigente, que quería hablar con el señor, ver al señor, decir dos palabritas al señor. Sonaba a cada instante la campanilla, y entraba uno más. Eran los desfavorecidos de la fortuna, pretendientes, cesantes de distintas épocas, de la época de Pez y de la época del antecesor de Pez.

Palabra del Dia

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