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Actualizado: 2 de junio de 2025


Adoraba al valeroso comendador: era su verdadero ascendiente, el mejor de todos, el rebelde, el demonio de la familia. Al entrar en la torre encendió luz, se envolvió en el jaique de burda lana que le servía para sus excursiones nocturnas, y tomando un libro quiso distraerse de sus pensamientos hasta que Pepet le subiera la cena. La tempestad pareció fijarse sobre la isla.

Estas observaciones, que por ser personales nada tienen de nuevas ú originales sinembargo, y que he confirmado en todas mis excursiones, me vinieron desde luego á las mientes al seguir, en la diligencia de Ginebra, la carretera que conduce á Chamonix.

A la vuelta de una de estas excursiones, que le hacían correr el mundo como si fuese su propiedad, recibió por el telégrafo sin hilo la noticia de que Alemania acababa de declarar la guerra á Rusia y á Francia. No experimentó gran extrañeza. Conocía personalmente á Guillermo II. El era la causa de que el príncipe Lubimoff evitase navegar en verano por las costas de Noruega.

Era pasado ya lo mejor y más brillante de ésta; las corridas, el tiro de pichón, las grandes excursiones en calesas y ómnibus al Borbonés, comenzadas en Agosto, concluían en los primeros días de Septiembre.

Estuvo en el Retamal y en el Llanete, que está junto, donde le descalabraron dos veces; fué á la fuente de Genazahar y al Pilar de Abajo; subió al Laderón y á la Nava, y extendió sus excursiones hasta el cerro de Jilena y el monte de Horquera, poblado entonces de corpulentas y seculares encinas.

Las excursiones de nuestros sabios, que tanto honran á la generación presente, el contacto de la Europa civilizada que va á todas partes, ¿en qué han aprovechado á los salvajes? No verlo.

Para estas excursiones lejanas, don Víctor contaba con el beneplácito de su esposa. Se salía al ser de día, en el tren correo, se llegaba a Roca Tajada una hora después, y a las diez de la noche entraban en Vetusta silenciosos, cargados de ramilletes de pluma y como sopa en vino.

Por lo demás, según imaginaban los otros frailes, Fray Miguel vivía siempre retraído, encerrado en su celda y casi de continuo postrado en cama. Lo que es ahora, bien podemos asegurar también nosotros que Morsamor o Fray Miguel, de vuelta ya de sus excursiones, yacía en cama, en muy mísero estado.

Las dos hermanas hacían por la mañana largos paseos en carruaje con el cura, y por la tarde grandes excursiones con Juan, a caballo. Juan no analizaba sus sentimientos; no se preguntaba si iba a inclinarse a la derecha o a la izquierda. Sentía por ambas la misma abnegación, idéntico afecto, y era completamente feliz, estaba completamente tranquilo.

Todo inútil: á la primera ocasión, Talín se mostraba igualmente suspicaz y grosero. Pues ahora caminaba delante con las orejas hacia atrás y el rabo tieso, mirando á menudo á su amo con ojos donde á la alegría natural que le producían las excursiones se juntaba cierta extraña inquietud. Lo mismo le acaecía siempre que á su amo se le antojaba ir á Villoria. Y había motivo para ello.

Palabra del Dia

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