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Actualizado: 17 de julio de 2025
Sordo fragor en sus entrañas ruge Al despeñarse el agua del torrente, Cual si arrastrase en rápida corriente De un mundo el esqueleto colosal. Y allá en su cima los eternos hielos Brillan como el almete de un guerrero, Cuando cubierto de fulmineo acero Se vé atrevido su creston ondear.
El cristianismo eclesiástico, nacido en tiempos bárbaros, con suplicios eternos y dichas perpetuas, y por esto diabólico y divino a la vez, mitad bárbaro y mitad sublime, es directamente asimilable hasta por los salvajes en lo que tiene de salvaje; pero en lo que tiene de sublime sólo por los espíritus elevados, o por los temperamentos excepcionalmente buenos, que aparecen aun entre los completamente bárbaros.
Un defecto tenía Moro, hijo de su misma afición. Se consideraba insuperable en todos los juegos a que se dedicaba. No se le podía negar gran maestría en ellos; pero de aquí a no tener rival hay mucha distancia, y Moro la salvaba. De esto procedían los prolijos, eternos comentarios con que sazonaba cada jugada, y que ya habían llegado a ser proverbiales en Lancia. Daba un tacazo en el billar.
Fue viendo que el hombre, envilecido desde su nacimiento por una culpa ajena, no puede redimirse de ella; supo que el alma, capaz del crimen, está hecha a semejanza de Dios; leyó que la misericordia celeste puede ser también cruel, haciendo eternos los castigos, y que la voluntad divina es capaz de trastornar las leyes eternas de la materia y la energía.
4.º La ciencia es posible: hay algo necesario en los objetos contingentes; la destruccion de estos no destruye los tipos eternos de todo ser, único que considera la ciencia. 5.º Todas las razones individuales, nacidas de un mismo orígen, participan de una misma luz; todas viven de una misma vida, de un mismo patrimonio, indivisible en el principio creador, divisible en las criaturas.
Lo que el cristianismo tiene de salvaje y de insuperablemente bárbaro, lo que ha hecho algunas veces a los hombres más crueles y más desgraciados que los mismos animales salvajes, es la concepción del infierno con los tormentos eternos del diablo, con las brujas, los duendes, los fantasmas, etc., etcétera.
Con cuán victorioso despecho preguntábase entonces: ¿Cómo el alma del creyente podía correr en pos de un grano de vida como aquél, de una migaja de sensualidad efímera, y a veces emponzoñada, si Dios le ofrecía desde el cielo los goces infinitos y eternos?
Exod. 34. 28. y son los preceptos, que como eternos mandó Dios se guardaran en el Arca. Contra esta ley ni se mandará, ni podrá mandarse jamás.
Gracias á tu fuga de aquella noche podemos ser amigos, amigos eternos, hermanos si quieres; pero ¿por qué me hablas de amor?... Eso no es de nuestra edad. Ya pasó. ¿Qué ves en mí ahora que no tuviese de joven? Veo tu desgracia. La voz del príncipe sonó grave y profundamente sincera al decir esto.
Toledo había sabido descubrir después á una cincuentona, menos variada en sus combinaciones que el artista arrebatado por la guerra, pero más «clásica», más sólida y substanciosa, y los dos comían con ese regodeamiento de los eternos abonados á restoranes y hoteles cuando se ven ante una mesa sin economía y engaños.
Palabra del Dia
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