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Actualizado: 2 de julio de 2025
El respondió que así lo haría, y que me recibía no por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo. Como estuvimos en Salamanca algunos días, paresciéndole a mi amo que no era la ganancia a su contento, determinó irse de allí y, cuando nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, me dió su bendición y dijo: "Hijo, ya sé que no te veré más.
Si pasaba un soldadico: «¡Ah, señor capitán!», decía; y si otro hombre cualquiera: «¡Ah, señor caballero!» Si iba alguno en coche, luego le llamaba señoría, y si clérigo en mula, señor arcediano. En fin, él adulaba terriblemente. Tenía modo diferente para pedir los días de los santos; y vine a tener tanta amistad con él, que me descubrió un secreto con que en dos días estuvimos ricos.
La prudencia nos aconsejaba detenernos, pero yo seguí. Varias veces estuvimos a punto de chocar con grandes bloques de hielo que venían flotando. Estos bancos de hielo nos servían para hacer la aguada. Recalamos un día en la bahía de Nassau, y sin esperar a que mejorara el tiempo, seguimos adelante.
Ryp, van Stein y los moros se pusieron a cavar furiosamente, mientras nosotros nos alejábamos corriendo por la orilla del río. Llegamos rendidos cerca del mar, y nos encontramos en un arenal inmenso, formado por dunas que el viento levantaba y deshacía. Nos guarecimos los dos en una grieta de la arena y estuvimos así escondidos horas y horas, con el oído atento.
Oíd: hace dos años, cuando estuvimos en Balsaín, solía yo bajar de noche, sola, á los jardines. ¡Sola! En el palacio hacía demasiado calor. Acontecía además, para obligarme á bajar al jardín, que... en las tapias había una reja. ¡Ah!
Mi regimiento debía salir de los últimos, y mientras se pusieron en movimiento la artillería y los cuerpos de a pie, estuvimos más de media hora formados a la salida del pueblo, a mano derecha del camino, esperando la orden de la marcha.
Te estuve esperando... Se perdió el palco y me acosté de un humor. Fui a casa, a comer, con propósito de venir temprano. ¡Qué si quieres! Hizo la maldita casualidad que, contra lo habitual, no tuviésemos más convidado que mi suegra. ¡Lagarto, lagarto! Sí; estuvimos en familia. Luego se marchó la buena señora, mis hijas se fueron a vestir para ir al teatro y me quedé solo con mi mujer.
Y por dos semanas en dicho puerto de San Julian, no tuvimos otros vientos sino del N y NE muy fuertes, y el resto del tiempo que estuvimos en el expresado puerto, eran del ONE al O y OSE: solamente un tal vez algun viento N ó S, pero nunca vino á E del S, solamente en airecitos, que no duraban mucho tiempo.
Felizmente entrábamos en el bosque. Mi camarada se acurrucó tras una pequeña encina, yo me coloqué junto a él y ambos estuvimos allí ocultos, mirando por entre las hojas. En los campos oíase un terrible fuego de fusil.
Le conocí, pues, por medio del Sr. Sobolefski, fui también más tarde su amigo, estuvimos en correspondencia epistolar, y creo, por último, que firmé la propuesta para que el Sr. Milá fuese académico correspondiente de la Real Academia Española.
Palabra del Dia
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