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Actualizado: 25 de junio de 2025


Si el rapaz no tiene padre, aquí estoy yo, que rabio, porque la mía sólo me ha dado un chico. Y así era. El gabarrero hubiera deseado que su mujer fuese dándole hijos, conforme prosperaba la casa. Sentíase cohibido al no poder llevar en sus brazos á aquel mocetón que estudiaba en Bilbao y era tan alto como él y mucho más serio.

Porque él iba sacando un carácter de que aún no se había enterado la gente, un carácter de acero, y todo lo que se decía de su timidez era conversación. «Que seas buena, honrada y leal es lo que importa: lo demás corre de mi cuenta, déjame a , déjame a ». Poco después almorzaba Fortunata, y Maximiliano estudiaba, cambiando de vez en cuando algunas palabras.

Aunque estudiaba Derecho solo para tener un título académico, gozaba no obstante fama de aplicado y como dialéctico á la manera escolástica no tenía nada que envidiar á los más furibundos ergotistas del claustro Universitario.

Era un joven de fisonomía agraciada y claro talento, estudioso, simpático, á quien todo el paisanaje adoraba. Falleció en Oviedo, donde estudiaba la carrera de leyes. Su hija María, que contaba á esta fecha la misma edad, no congeniaba con él.

Era un antiguo discípulo de Deusto, que, después de abandonar la Universidad, seguía á las órdenes de los Padres de la Compañía lo mismo que cuando estudiaba en sus aulas. La juventud de Bilbao, que se llamaba á misma distinguida, admirábale por su fuerza muscular y el entusiasmo con que sustentaba las sanas ideas de los buenos padres.

Merecía haber nacido en un siglo menos escéptico y malicioso. Su naturaleza candorosa, ideal, estaba divorciada de la triste realidad presente, tenía la nostalgia de la Edad Media. En esta edad de fe y entusiasmo debía de haber vivido. Así que, como si presintiera que aquélla era su verdadera época, Godofredo la estudiaba, la fantaseaba sin cesar.

Asimismo, mi compañero el pastor, que casi me había desagradado, como representante de aquella humanidad, de la cual huía yo, había llegado gradualmente á serme necesario; inspirábame ya confianza y amistad; no me limitaba á darle las gracias por el alimento que me traía y por sus cuidados; estudiaba y procuraba aprender cuanto pudiera enseñarme.

Sarrió, hay que confesarlo de una vez, era una población dormida para todas las grandes manifestaciones del espíritu, para todas las luchas regeneradoras de la sociedad contemporánea. Nadie estudiaba los altos problemas de la política. Las terribles batallas que los diversos bandos libran en otras partes para conseguir la victoria y el poder no apasionaban en modo alguno los ánimos.

Cuando yo estudiaba era rector de la Universidad Central; fue también senador el año 72... La mejor edición que se ha hecho del Febrero se debe a él... Sabía mucho y era muy modesto. Eran otros hombres aquéllos. Ante todo, había menos palabrería que ahora. Vean ustedes ahora si hay pocas.

Al día siguiente, Judit tenía un maestro de ortografía, de historia y de geografía. Era digno de ver el ardor con que estudiaba; y su inteligencia, sus facultades naturales, que sólo necesitaban ser cultivadas para agigantarse, se desarrollaron con rapidez increíble. Comenzó amando el estudio por Arturo y ya le amaba por ella misma.

Palabra del Dia

rigoleto

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