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Actualizado: 15 de junio de 2025
Comer bien y... lo otro, si es que se presenta una buena ocasión; he aquí el programa... ¡Lástima que nuestra vida no haya sido así siempre!... ¡lástima que no lo sea cuando lleguemos a la otra acera de esta calle azul! Una marcha militar despertó a Ojeda sonando sobre su cabeza con gran estrépito de marciales cobres.
El techo se había hundido; las dos plataformas, ya casi destruídas, caían a pedazos, y los bambúes, consumidos en su extremidad superior y en su punto de apoyo, se venían al suelo con gran estrépito. ¡Ya era tiempo! exclamó Cornelio . Pocos minutos más, y hubiéramos caído al suelo medio quemados, desde una altura de cincuenta pies.
Pero los muy contados que por casualidad pudieron enviar sus proyectiles contra los asaltantes pusieron á éstos en dispersión. Además, los hombres, que no habían escuchado nunca el estrépito de las armas de fuego, sufrieron el sobresalto propio de la falta de costumbre.
Pasó Ojeda mucho rato en el Jardín Botánico, admirando las gigantescas palmeras. Resquebrajadas por una larga vida, sonoras al golpe lo mismo que columnas huecas, iban saltando cual escamas de vejez los ramajes secos y las cortezas, con un estrépito agrandado por la altura del desplome. La proximidad de una montaña, cerrando el paso a toda brisa, hacía más intenso el calor.
Sin reparar en nadie ni en nada, entró en la casa, subió las escaleras, y pasando de un corredor a otro, llegó pronto a su puerta. Estaba cerrada sin llave. Púsose en acecho, el oído en el agujero de la llave, y empujando de improviso la abrió con estrépito, y echó un vocerrón muy tremendo: ¡Adúuultera!
Por Juan supe que habían fijado sólidamente al muro la «Escala de Jacob,» de tal suerte, que sólo empleando substancias explosivas o atacándola a golpes de pico hubiera sido posible moverla de su sitio y el estrépito producido por tales medios hubiera advertido en seguida a los del castillo. Pero esa nueva precaución había de serme favorable, porque confiados en ella no vigilarían tanto el foso.
Pero, no importa: seguros debemos estar de que no yerra y de que el peligro existe; es algo amenazador que flota en el aire, que vibra, como un gruñido de cólera, en el estrépito con que los espectadores van ocupando sus asientos.
Y después la palabra terrible como un latigazo: «¡Vete!»; como a un lacayo que osa atreverse a su señora, y la verja, cerrándose a sus espaldas con estrépito cayendo como una losa de tumba entre él y la artista. No volvería: le faltaba valor para arrostrar su mirada.
Sentóse en el alféizar, echando las piernas fuera, y lentamente empezó a descender, tanteando con los pies las oquedades del muro para evitar que rodasen piedras sueltas, denunciándole con su estrépito. Al tocar tierra sacó el revólver de la faja, y agachándose, casi de rodillas, con una mano en el suelo, comenzó a seguir el contorno de la base de la torre.
Buscó la puerta, tropezó mil veces; ya sin tino, todo lo echaba a tierra; sonaba sin cesar el ruido de algo que se quebraba o rodaba con estrépito por el suelo. Llegó Petra con luz. ¡Señora!, ¡señora! ¿qué es esto? ¡Ladrones! ¡No, calla! Ven acá, quítame esto que me oprime como unas tenazas. Ana estaba roja de vergüenza y de ira.
Palabra del Dia
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