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Actualizado: 8 de junio de 2025
Hecha cata y cala de los botes, fendientes, estocadas, tajos y mandobles de la revuelta, resultó como casi siempre, ser mayor la salva que el provecho; quiero decir que todo se redujo a no muchos levantes de espadas y a cuatro abolladuras de cabeza.
Pero de repente, al volver una esquina, hétenos á la tapada asida de un embozado. ¿Lluvia y tinieblas? ¿tapada y embozado?... buscona adobada y pollo que miente gallo. Más alto debe picar, porque don Rodrigo me dijo: Juara, lance tenemos; estocadas barrunto. Espada de gavilanes traigo y daga de ganchos. No se trata de que me ayudes... ¡para un hombre otro hombre! ¡Aventura con milagro!
Se dice añadió el narrador , que el duque... pues... su excelencia... no hay que citar nombres, tiene en su casa como preso al herido. ¡En su casa! Como que le hirieron junto al postigo de su casa. ¿Y no se sabe quién le hirió? Todavía no. Pero nadie hay preso ni mandado prender... De modo que... ¿qué más prueba queréis de que estas estocadas han venido de lo alto? Esto es grave dijo uno.
Andaba ahora, en pleno verano, corriendo por España, de una plaza a otra, dando estocadas y recibiendo aplausos; pero casi todos los días enviaba una carta a cierta muchacha del barrio, y en los cortos ratos de vagar entre una corrida y otra, abandonaba a sus compañeros y tomaba el tren para pasar una noche en Sevilla «pelando la pava» con ella.
Perdonad, padre; al mismo tiempo que estudiaba letras, aprendía estocadas. Es verdad, me había olvidado; el que mata ó hiere á don Rodrigo Calderón... y bien; se hará lo posible porque seáis muy pronto capitán de la guardia española, al servicio inmediato de su majestad. Es que no quiero tanto.
Respondíle que mía, y mirándola, dijo: -Esos gavilanes habían de ser más largos, para reparar los tajos que se forman sobre el centro de las estocadas. Y empezó a meter una parola tan grande que me forzó a preguntarle qué materia profesaba. Díjome que él era diestro verdadero y que lo haría bueno en cualquiera parte.
¡Ah! ¡no! es cierto que esta noche, por las estocadas, anduve huído y no dormí; pero... he descansado ya... os fuísteis irritada, y yo no me resignaba á no volveros á ver si no me volvíais á vuestra gracia.
Alonso del Camino continuó: Se murmuraban en la antecámara muchas cosas. Allí siempre se murmura. Decían que don Francisco de Quevedo había venido á la corte y que había dado de estocadas á don Rodrigo Calderón. ¡Bah! siempre persiguen al bueno de don Francisco las acusaciones... ya sabéis que no ha sido Quevedo... ¿pero está en efecto en Madrid?
Eran estocadas que apenas parecía sentir el animal. Su terror a ser cogido si alargaba el brazo le hacía quedarse lejos, hiriéndolo solamente con la punta de la espada. Unos estoques se desprendían apenas hundidos en la carne; otros quedaban fijos en el hueso, pero descubiertos en su mayor parte, cimbreándose con los movimientos de la fiera.
Suplico a milord que no se entusiasme demasiado dije conteniendo sus bríos . Me ha desarmado ya repetidas veces para gozarse como un niño en darme estocadas a fondo que no puedo parar. ¡Ese botón está mal y puedo ser atravesado fácilmente! Así es como se aprende repuso . O no he de poder nada, o será usted un consumado tirador.
Palabra del Dia
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