Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Me parece apuntó aquí la Esfinge con su voz de fantasma que sin tanto cumplimiento nos entenderíamos mejor y mucho antes. La marquesa cayó en un nuevo asombro al oír la voz de aquella estatua; y si hubiera sabido con qué mote se la conocía, quizás habría tomado la cosa más en serio, creyéndose transportada a los tiempos fabulosos.

Parecia que se resistia á morir mientras no pudiera elegir por mismo el parage donde habia de descansar su cuerpo; y sin embargo, el nicho de jaspe reservado para su sepulcro y para su estátua estaba ya bruñido.

Llegó el Príncipe a su palacio con las primeras sombras de la noche. Al ascender la escalera de honor, sintió un desmayo y hubiera caído al suelo, si no se apoyara en el pedestal de una estatua, que decoraba el primer descanso.

¡Capitán! exclamaron algunos de los oficiales al verle dirigirse hacia la estatua como fuera de , extraviada la vista y con pasos inseguros... ¿qué locura vais á hacer? ¡Basta de broma y dejad en paz á los muertos!

En otros tiempos era de bronce, y cuando decían misa en la capilla, al llegar el instante del ofertorio, la estatua, por ocultos resortes, incorporábase, quedando de rodillas hasta que terminaba la ceremonia.

El padre jesuita era un héroe lejos de las llamas. Ahora verán ustedes con qué piedad evangélica relata la muerte de mi abuelo. Y abriendo Valls el libro por una página señalada, leía con lentitud: «Mientras llegó sólo el humo a él, era una estatua; en llegando la llama, se defendió, se cubrió y forcejeó como pudo, y hasta que no pudo más.

Por cada estatua, por cada piedra preciosa tallada, por cada blasón, escudo ó divisa, moldura y relieve que aquí pueda ocupar y dar de comer á un amanuense hábil y discreto como , hay allí ciento. En el saco de Carcasona yo habitaciones enteras atestadas de pergaminos, sin que ninguno de nosotros pudiera leer una palabra de tanto fárrago.

En el centro del jardín, la estatua de la Virgen se alzaba solitaria, bajo una corona de follaje que le formaban cuatro grandes magnolias, tan antiguas como el convento mismo; enredaderas de jazmín del País, trepando al pedestal de la imagen, le tendían floreciendo una alfombra de nieve.

A esto atendía yo, cuando de las figuras que aún quedaban de rodillas en el centro del coro se levantó una, dirigiéndose a la reja y al mismo lugar en que yo estaba. Mi impresión al verla, al ver su cara, al ver sus ojos que me miraban, fué tan viva, tan aterradora, que hube de quedar petrificado, la sangre helada, la vida en suspenso, hecho una estatua de plomo.

¡Un tuerto! decía el escultor . Si me dieran ustedes un ciego, les haría una obra magnífica; pero, ¡por Dios!, no me den ustedes un tuerto. Es que es el único hombre de algún mérito que tenemos por aquí. El único digno de una estatua. El escultor fue irreductible: ¿Cómo va a ser digno de una estatua un tuerto? ¿Cómo va un tuerto a tener mérito?

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando