Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de junio de 2025
Y si no lo hicieran por propio impulso los Páez, los Redondo, etc., etc., sus respectivas esposas, hijas y demás familia del sexo débil obligaríanles a imitar en religión, como en todo, las maneras, ideas y palabras de la envidiada aristocracia.
»Gozo fama de ser médico muy entendido; hay en París centenares de personas que a mi saber y a mis desvelos deben su vida; yo, que he devuelto tantas esposas a sus maridos, tantas madres a sus hijos, tantos hijos a sus padres, tengo en estos momentos a mi hija moribunda, y no soy dueño de decir: ¡La salvaré!
Y aquellos hombres, que en presencia de sus esposas tenían buen cuidado de callarse cuando éstas hablaban con indignación de la extranjera, admirábanla con el fervor instintivo que inspira la belleza y envidiaban a su diputado. Las viejas hortelanas envolvían a los dos en una mirada cariñosa. «Formaban buena pareja; ¡qué matrimonio tan guapo podrían hacer!»
La puerta de Martos está abierta á los terribles almogávares y á la caballería de Tafor; Colodro y Baños con sus compañeros dominan las torres de aquella parte; los cautivos levantan hácia ellos los brazos aun agoviados por las esposas; los moros muestran en sus semblantes el pavor que hiela sus corazones, refúgianse tumultuando en la Almedina, y obligando á tomar las armas á todos, ancianos, mozos y niños, se aprestan á la defensa.
Todo se realizó tal como lo dispuso doña Manuela, y ésta, a los pocos días, recordaba como un sueño la estancia de seis años en la tienda del Mercado, y se consideraba feliz pudiendo pasear en berlina por la Alameda y teniendo un lacayo a sus órdenes para enviar recaditos a las nuevas amigas, esposas de magistrados y militares, señoras a las cuales, por ser rica, trataba con aire protector.
Las esposas masculinas de los individuos del gobierno y de sus altos empleados, así como las pertenecientes á las familias ricas de la capital, eran las que más se indignaban contra esta sublevación de sus compañeros de sexo. El hombre decían debe permanecer quieto en su casa, ocupándose de los hijos y de la fortuna conyugal.
Aumentada despues la corrupcion, los celos de los príncipes introdujeron la bárbara costumbre de que fuesen hombres mutilados los que guardasen el aposento de sus esposas, pues de este modo, alejados de toda idea de seduccion, se creía que servian con mas amor y fidelidad á su dueño.
Es tolerable que no trabajen los varones que viven recluidos en el hogar como esposas é hijas y muestran una delicadeza necesitada de protección; pero hemos considerado necesario el aprovechamiento de la fuerza de todos los hombres atléticos y groseros, para manejar las máquinas peligrosas, para cargar los objetos pesados; en una palabra, para las funciones que exigen el músculo y no necesitan de la inteligencia.
Para ella no había ya alemanes, ni ingleses, ni franceses; sólo existían hombres: hombres con madres, con esposas, con hijas; y su alma de mujer se horrorizaba al pensar en los combates y las matanzas. Odiaba la guerra. El primer remordimiento lo había experimentado al enterarse de la muerte del hijo de Ferragut.
Y las señoras de Gallarta, las esposas de los contratistas, antiguas aldeanas que se aburrían en sus flamantes chalets construidos en las afueras del pueblo, sentían enfermedades nunca sospechadas en tiempos anteriores, sólo por el gusto de hablar con el doctor, que á más de su ciencia llevaba con él algo de la grandeza de Sánchez Morueta y de las altas clases de Bilbao hasta las cuales soñaban con llegar algún día.
Palabra del Dia
Otros Mirando