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Tiburcio de Simahonda había tomado en él el mando. La bandera de Castilla, izada en el mastelero de gavia, continuaba allí en señal de posesión, a pesar de la noche. De las entenas pendían, cual horrible adorno y para ejemplar escarmiento, los cadáveres del capitán argelino y de ocho satélites suyos, cada uno de ellos colgando por el pescuezo con un lazo escurridizo.

Justo y necesario será algún saludable escarmiento. Difícil es, cuando no imposible, descubrir el motivo de queja que, en nación tan grande y generosa como los Estados Unidos, pueda haber contra España, bastante á mover á mucha parte de su ilustrada prensa periódica, al Sr.

Aquesta gente iba mal parada, Y el frio que tomaron, escarmiento Fué para el Chiriguana y cognomento. En este tiempo ya habian venido Por otra parte y via al Perú gentes: Por ser tan exquisitos, no he querido Sus nombres referir tan diferentes. En una lengua muchos se han unido, Que es quichua, y los hidalgos y valientes, De aqueste nombre Inca se han jactado, Y

Su conducta reciente le molestaba lo mismo que un remordimiento. «Muy bien, don Fernando se dijo con irónico reproche . No tenía usted bastante con el desengaño ridículo de la otra, no le ha servido de escarmiento una aventura tan grotesca, y en el mismo día se lanza a perturbar la tranquilidad de una pobre mujer que acepta sus avances con una sensiblería de romanza y toma el amor como si estuviese en los quince años.» ¡Qué gusto de complicarse la vida!... ¡Qué cordura en un hombre que marchaba a la conquista de la riqueza!... ¡Y para meterse en tales aventuras había abandonado lo que tenía en Europa!... «Don Fernando, es usted un chiquillo; el bigote que lleva en la cara lo usurpa... Acabará usted consiguiendo que se rían de su persona todos los del buque...»

Voy á contar como vino el fiero sayón á ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.

Muchos imprudentes les ayudan sin saber lo que hacen. Pero hoy es imposible distinguir. Demos un escarmiento. ¿Qué hacemos? Ahí á dos pasos está el cuartel dijo uno de ellos, que era militar de alta graduación. Voy á traer dos compañías. Las saco por la Ronda, y con gran sigilo las meto aquí en la huerta. Ni un hombre en la calle, ni un centinela, nada.

Si la mato no hay lección. La enseñanza es más cristiana que la muerte, quizá más cruel, y de seguro más lógica... Que viva para que padezca y padeciendo aprenda... Pero a él debo matarle... ¡a él !». Oyendo el estrepitoso fin de la pieza, tuvo como un sopor de medio minuto, y volvió de él asaltado por esta idea que le sacudía: «No, matar no. Su maldad es necesaria para este gran escarmiento.

Yo no lo vi, no, señor; pero una presona que estaba cerca cuando usté mató la miruella me lo ha asegurao.... ¡Esto es inaudito, Silvestre, y voy á hacer un escarmiento con esta canalla!... Figúrate que al matar el pájaro estaba yo de espaldas á la pared.... Pero á eso interrumpió el aldeano, dice la presona que con el rustrió de la escopeta....

Que en promesas de Príncipes, es de consideracion grande, fuera de lo que toca a su honrra escusar el escarmiento y desengaño de otros. Pero que auiendo dexado llegar las cosas a tal punto sin hallarme prendado, dizen este es el remate en que vienen a parar madre y hijos.

Los mosquitos y moscones, las arañas, los cínifes y bichos de todo linaje no dejan un instante de atormentarle a uno con su zumbido cuando no con sus pinchazos. Excuso decir que me refiero a la nube de poetastros de todos sexos, edades y condiciones que, para escarmiento de pícaros, existe en la capital.