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Los frecuentes y largos paseos de Beatriz en la avenida de los arrayanes le parecieron equívocos, conjeturando que sus cartas habrían de cambiarse por cima del poco elevado muro que cercaba el jardín de la parte del camino; pero su vigilancia en aquellos contornos resultó baldía. ¿Se escribirían sencillamente por el correo?

Pobreza de invención, falta de plan verdaderamente dramático, singular afición á la grosería y á los equívocos, y ausencia total de poesía, son las cualidades características de todos estos ensayos, no compensadas, sin duda, por algunas excelencias, como el ingenio de sus autores, su fácil dicción y buenos versos.

Entraron en su cuarto, y sentados uno frente a otro, pasaron un rato recordando los graciosos tipos que en el comedor estaban y los equívocos que allí se decían. Juan hablaba poco y parecía algo inquieto. De repente le entraron ganas de volver abajo. Su mujer se oponía. Disputaron. Por fin Jacinta tuvo que echar la llave a la puerta.

El Diablo Cojuelo sería una narración clásica de primer orden, y aun leíble hoy día, si no la deslustrara el conceptismo, y si no se hallara sobreabundante en equívocos y frases convencionales de difícil o imposible comprensión en nuestra era.

Vió verdaderos hombres, cuyo aspecto vigoroso no se prestaba á equívocos, y que, sin embargo, marchaban sin el embarazo de las faldas. Estos hombres iban casi desnudos, al aire su fuerte musculatura, y sin más vestimenta que un corto calzoncillo. Todos ellos mostraban la pasividad resignada, la fuerza brutal y sin iniciativa de las bestias de labor.

Verdad es que mis palabras se prestaban a tantas interpretaciones y las ideas a tales equívocos, que en otras circunstancias aquellas mismas protestas habrían podido significar mucho más. Ella las tomó en el sentido más sencillo y tan calurosamente me expresó su agradecimiento que en poco estuvo no diera en tierra con todo mi valor. ¡En buen hora! dijo. Me gusta oírle hablar así.

¡Válgame Dios, dice Ariston, qué primoroso, y sabido es Adonis! Tiene una hora de conversacion, y en toda ella habla chistes y cosas agudas, que es un pasmo; ¡qué equivocos usa! Naturalmente habla en verso, y con suma facilidad deleyta.

Tía, no creo realmente manifestar ridículas exigencias, pidiendo a mi futura mujer principios más sólidos que los de la señorita de la Treillade, para quien los niños son polichinelas molestos, verdugos de la belleza... y en cuanto a las escandalosas historias, a las pocas decentes bromas, a los eróticos equívocos con que aquella señorita esmalta sus conversaciones con sus amigas, de sobra que por desdicha, es hoy moneda corriente entre señoras de alta sociedad, y aun, lo que es peor... entre solteras... Pero, si me caso, es precisamente para no oír en mi casa lo que escucho en la de cualquier cortesana... Todo lo contrario, deseo para siempre olvidar ese tono, ese lenguaje de que me siento harto hasta el fastidio... ¡Quiero respirar un poco de aire puro en mi hogar!

Su embriaguez en los primeros días rayó en locura. Venturita era, por su belleza singular, por la expresión lánguida y voluptuosa de sus ojos, por la tendencia invencible al descanso, una verdadera odalisca. Pero no como éstas solamente un animal hermoso, sino animada por ingenio chispeante, que desbordaba a cada momento en graciosos equívocos y felices ocurrencias.

Entonces la generalidad de los mortales creía saber a fondo lo que era dinero, y nadie veía ni la posibilidad de que sobre este punto naciesen dudas, equívocos, ni disputas. Hoy, con la Economía Política, ya es otra cosa. Tomos inmensos se han escrito para explicar lo que es el dinero y lo que no es.