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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Imaginó que Dios le enviaba aquella severa advertencia por el abandono cruel en que había dejado á su hija. Cavilosa y triste durante algunos días y consultada con su confesor y con su hermana, resolvióse á recoger el fruto de sus amores, llamarla hija y hacerla su heredera. El médico había aconsejado que María pasase el invierno en Málaga.
Tenía necesidad de dinero. Enviaba a pedir. No había. Y entonces se apelaba a varios recursos, de algunos de los cuales hablaré aquí en breves palabras. Mandaba el marqués, que, para reunirle dos mil duros, se vendiese vino, aunque fuese malbaratándole: dando, por ejemplo, el fino y potable como de quema.
Una vela torcida goteaba sobre los pies de la escultura sus lágrimas de cera, y el débil resplandor verdoso de una lámpara de vidrio, medio apagada, enviaba estertores de luz a la divina faz.
Escribióle que viniese luego á Constantinopla, porque el Emperador querria honrar su persona como se contenia en dos cartas del mismo Emperador, con sellos pendientes de oro, que juntamente con la suya le enviaba.
Era una oreja del toro, que enviaba el matador como testimonio de su brindis. Al terminar la fiesta se había esparcido ya por la ciudad la noticia del gran éxito de Gallardo. Cuando el espada llegó a su casa le esperaban los vecinos frente a la puerta, aplaudiéndole como si realmente hubiesen presenciado la corrida.
Obdulia no tenía ni asomos de arreglo; pronto se vio agobiada de deudas; cada lunes y cada martes enviaba recaditos a su madre con la portera, pidiéndole cuartos, que Doña Paca no podía darle.
Entonces Adela me dijo que iba a la aldea próxima a llevar un pequeño socorro que la buena priora enviaba todos los días a una familia enferma. No la oí casi, tan ocupada tenía la imaginación. Paso rápidamente sobre los detalles de ese paseo de una hora, hora deliciosa que debía haber sido un siglo y que no ha sido más que un minuto.
El afortunado palurdo enviaba cualquier cosa, lo que le convenía por su baratura, y siempre se arreglaban las circunstancias de modo que encontraba el mercado vacío, los precios por las nubes, sin reparar en la calidad del género, y realizaba fabulosas ganancias.
Y a la tarde, durante la comida, ostentó el benigno aspecto de un perro a quien se le arrebata un hueso. Reñía a Susana, quien a su vez la enviaba a paseo, pegábale al gato, arrojaba sobre la mesa los cubiertos haciendo un barullo espantoso, y por último, exasperada por mi actitud impasible y burlona, tomó una botella y la tiró por la ventana.
Por más que su antipatía por la joven no cediera, el magistrado se veía obligado a reconocer que ésta poseía una cultura fuera de lo común: escribía correctamente el español, el inglés y el alemán; enviaba a los periódicos bibliografías en que daba cuenta de toda clase de publicaciones científicas y filosóficas.
Palabra del Dia
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