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Mi tío dijo la condesa es la mismísima personificación del statu quo. Todo lo nuevo le disgusta. Voy a envejecer lo más pronto posible, para agradarle. No harás tal, sobrina repuso el general ; y así no exijas tampoco que yo me rejuvenezca para adular a la generación presente.

Un día fui a visitar a un anciano enfermo, rico propietario, a quien no le quedaba mucho tiempo que vivir. A su cabecera se hallaba su hijo mayor, un hombre de cuarenta años, más o menos, que desde hacía ya mucho tiempo desempeñaba en propiedades extrañas las funciones de administrador, y cuya prometida amenazaba envejecer y consumirse en la espera.

Partir de tan poco para llegar a las ardientes hipótesis en que me lanzaban las temeridades de Oliverio; pasar del silencio absoluto a la manera aquella, tan libre, de expresarse respecto de la mujer; seguirle, en fin, hasta el objeto marcado para su espera eran evoluciones capaces de hacerme envejecer en pocas horas.

Grecia es el alma joven. «Aquel que en Delfos contempla la apiñada muchedumbre de los jonios dice uno de los himnos homéricos , se imagina que ellos no han de envejecer jamás». Grecia hizo grandes cosas porque tuvo, de la juventud, la alegría, que es el ambiente de la acción, y el entusiasmo, que es la palanca omnipotente.

Jamás se les ha visto envejecer. ¡Dios los envía alguna vez para consolar a los pobres y a los enfermos, pero los vuelve a llamar pronto a su lado! Cuando mueren, lo hacen con una sonrisa de alegría, porque les place volver al sitio de donde han venido. Si usted encuentra alguno por casualidad, tenga cuidado de no perderlo de vista ni un momento, porque ya no volvería a verlo

No tienes una idea del número de criaturas que pasan diariamente por aquí, y a las que vendo, por diez francos, unos tarros de pomada que a nosotros nos cuestan cincuenta céntimos, comprendido el envase. ¡El temor de envejecer...! ¡Esto es terrible para las mujeres que no saben hacerse viejas...! ¡Bah...! ¡No hay sacerdote que haya oído las confesiones que yo escucho a diario en uno de estos compartimientos!

Los cascos parecían envejecer en esta inmovilidad, cual si llevasen años y años de espera en medio de las aguas turbias, encallados para siempre, sin esperanza de volver a los azules horizontes del Océano.

Podré encanecer y envejecer, ese momento me ha quitado para siempre toda alegría; helará para siempre toda sonrisa en mis labios.

Doña Inés, además, no veía nada alarmante en el suceso, y a ella misma y a sus amigos don Andrés y el padre Anselmo se lo explicaba del modo más natural. Suponía y decía con sigilo que su señor padre, aunque estaba sano y bueno y tenía más facha de mozo que de anciano, había empezado a envejecer, claudicar y flaquear por el meollo; culpa quizá de lo mucho que con él trabajaba y estudiaba.

Tenía demasiados años para entrar en la Escuela Naval. Además, quería navegar por todos los océanos, y aquellos marinos sólo tenían ocasión de ir de un puerto á otro, como las gentes de cabotaje, ó pasaban años y años sentados en un ministerio. Para envejecer como un oficinista, era preferible reconquistar la notaría de su padre.