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Por fin consintió y se citaron. Bueno; pues mañana, a las tres, sin falta. Belén, 78, entresuelo; allí estaré para recibirte. Te prometo que no faltaré. Adiós, reina. Abur, capitalista.

Aresti no osó subir directamente al despacho de su primo, temiendo la resistencia de algún portero nuevo, y las idas y venidas y consultas de los empleados, antes de reconocerle y dejarle paso franco. Prefirió entrar en el entresuelo donde estaba el despacho de los buques de la casa, bajo la dirección de un antiguo amigo de la familia, el capitán Matías Iriondo.

Juan no podía persuadirse de ello, y le buscaba un millón de disculpas: unas veces achacaba la falta al correo; otras se le figuraba que su hermano no quería escribir hasta que pudiera mandar mucho dinero; otras pensaba que iba a darles una sorpresa el mejor día presentándose cargado de millones en el modesto entresuelo que habitaban: pero ninguna de estas imaginaciones se atrevía a comunicar a su padre: únicamente cuando éste, exasperado, lanzaba algún amargo apóstrofe contra el hijo ausente, se atrevía a decirle: «No se desespere V., padre; Santiago es bueno; me da el corazón que ha de escribir uno de estos días

, al señor del entresuelo le conozgo yo: es alto, flaco, viejo, de bigote recio dijo Carola detallando las señas de don Quintín. La portera comenzó a negar moviendo la cabeza. ¿Cómo que no?

Desde la ventana de mi entresuelo, veo los miradores de la casa de Santa Cruz y los de Moreno. Como haya telégrafos, cuenta que les atrapo el juego... A ti qué te parece... ¿Habrá...? Me parece que no volvió a decir Fortunata, pensándolo cada vez más. ix

Yo domino de todas la arrogancia, conmigo no hay Sagunto ni Numancia... Y con airecillo de terne y de conquistador, siguió sin más circunloquios a la costurera hasta la puerta del entresuelo. La llave era dura, y el mocito, a fuer de cortés, no podía permitir que la niña se maltratase la mano.

Llega al número 206 de la calle de Richelieu: es una casa que parece habitada por comerciantes; pregunta al portero: «¿Hace el favor de decirme dónde vive la señora baronesa de BoelEl portero le mira de un modo extraño: «En el primero, pasado el entresuelo; hay una placaEn efecto; en el primero de la derecha, una puerta se adorna con una gran placa de cobre, cubierta en sus cuatro picos de arabescos multicolores; en el centro se lee esta sola palabra: Boel.

La señora Lenclos posee un Instituto de Belleza en una tiendecita muy blanca situada en un entresuelo de la calle de Galileo. Un amplio escaparate y una puerta exigua.

Lo mandó edificar el poderoso cardenal de Richelieu, que fijó en él su residencia, hasta que terminaron el Palacio Real. Posteriormente, esas paredes silenciosas dieron alojamiento á un huésped más ilustre aún. Bonaparte, elevado á primer Cónsul, habitó ese palacio durante seis meses. Fué su morada el entresuelo de la derecha, entrando por la calle de Vaugirard.

La solemnidad empezaba por el furioso volteo de unas campanas montadas en una puerta del salón. Los clientes del notario, sentados en el entresuelo en espera de los papeles que acababan de garrapatear á toda prisa los escribientes, levantaban la cabeza con asombro.