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Actualizado: 10 de noviembre de 2025
PANTOJA. De la muñeca graciosa, de la niña voluble, podrá salir un ángel más fácilmente que saldría de la mujer. CUESTA. No le entiendo a usted, amigo Pantoja. PANTOJA. Me entiendo yo... Mire, mire como juegan. CUESTA.
Pues me han dicho que ha tenido grandes pérdidas en estos últimos tiempos.... Allá él exclamó la dama reponiéndose y alzando los hombros con supremo desdén. Es que a ti también te puede chamuscar el pelo, hija mía. ¿Tienes asegurada tu dote? No sé lo que es eso.... ¿No te he dicho que no entiendo de negocios? Pues en este asunto debieras procurar enterarte.
El anciano peripatético dixo con toda confianza: El alma es una entelechîa, una razon en virtud de la qual tiene la potencia de ser lo que es; así lo dice expresamente Aristóteles, pág. 633 de la edicion del Louvre: Entelexeia esti, etc. No entiendo el griego, dixo el gigante. Ni yo tampoco, respondió el arador filosófico. ¿Pues á qué citais, replicó el Sirio, á ese Aristóteles en griego?
A decir verdad, a pesar de todo mi patriotismo y de mi amistad hacia el Padre García, me repugnaba permanecer en España. Dicen algunos autores que las mujeres como yo suelen tener nostalgia del fango. No sé qué quieren decir con esto; pero si es lo que yo entiendo, declaro que no he tenido jamás semejante nostalgia.
Paréceme que teniéndolas en mi mano me dan a entender... no puedo decirte cómo... que son bonitas. Dentro de mí hay una cosa, no puedo decirte qué, una cosa que responde a ellas. ¡Ay! Nela, se me figura que por dentro yo veo algo. ¡Oh!, sí, lo entiendo... como que todo los tenemos dentro.
Ana se sentó a su lado, al verle dejarse caer en una butaca. ¡Estoy tan solo! ¿Cómo solo...? No entiendo. Mi madre me adora, ya lo sé... pero no es como yo; ella procura mi bien por un camino... que yo no quiero seguir ya... usted sabe todo esto, Ana. Pero... ¿por qué está usted solo? y... ¿los demás? Los demás... no son mi madre.
Pero ¡qué demonios puede usted hallar en ella de apetecible hasta ese punto! exclamé entonces, verdaderamente asombrado. Lo que no hay en lo otro me respondió al instante. Pues no lo entiendo concluí. Ni es fácil me dijo muy sosegadamente , desde el punto de vista de usted, tan diferente del mío.
Pues está usted aviada... De forma y manera dijo cruzando los brazos y echando el cuerpo atrás , que en tal caso no tiene más remedio que... que echarse a la buena vida... al amor libre... a... Ya usted me entiende. Sí, señor, entiendo... no tengo más camino manifestó la joven con humildad.
¡Bah! respondió la abuela, ya salió la gran palabra... Por agradecimiento querrías permanecer a mi lado para cuidarme, para endulzar mis dolores, para alegrar mis últimos años. Pero yo, por deber, no quiero tal cosa. Mi deseo es que te cases y pronto. ¿Entiendes? Sí, entiendo tu abnegación.
¿Qué dice usted que no le entiendo? contestó Petra desde el patio. Digo que ayer me retiré yo de la huerta cerca del obscurecer, que dejé allá dentro unas semillas envueltas en un papel... y ahora me encuentro la simiente revuelta con la tierra en el suelo, y sobre una butaca este guante de canónigo.... ¿Quién ha estado aquí de noche? ¡De noche! Usted sueña, D. Tomás. ¡Ira de Dios!
Palabra del Dia
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