Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de mayo de 2025
María, en traje de Semíramis, estaba preparada para salir a escena. Rodeábanla algunas personas. El embozado, que no era otro que Pepe Vera, entró a la sazón, se aproximó a ella y sin que nadie lo oyese, le dijo al oído: No quiero que cantes y siguió adelante con impasible aire de indiferencia. María se puso pálida de sorpresa y enrojeció de indignación en seguida.
Otros dicen que una mano invisible le empujó y que la estela plateada del buque se enrojeció un momento. Lo cierto es que se ahogó. Como el brick se encontraba cerca de las islas de Cabo Verde, el oleaje era fuerte y la brisa fresca, el timonel no oyó nada; pero Kernok, que había ido a dar cuenta de la ruta al capitán, debió ser el primero en advertir el accidente, al cual no era quizás ajeno.
O su socio; el señor Robert es una persona decente y no querrá dejar empañada la reputación de su casa; precisamente, acabo de verle aquí, y he de hablarle. El muchacho enrojeció de nuevo hasta las orejas, hasta el blanco de los ojos. Ya sabe usted que mi socio no tiene nada que ver con mis negocios de Bolsa; yo juego porque sí, porque me da la gana, solo, por mi cuenta y riesgo.
Luisa, al oír aquella proposición, enrojeció hasta las orejas, y Hullin lanzó una sonora carcajada.
Quedaron los dos en silencio un buen rato, hasta que Leonora reanudó la conversación. La verdad es que si el agua sigue subiendo, a usted le hubiéramos agradecido la vida... Vamos a ver, con franqueza; ¿por qué ha venido usted? ¿Qué buen espíritu le ha hecho acordarse de mí a quien apenas conoce? Rafael enrojeció de rubor, tembló de cabeza a pies, como si le exigiera una confesión mortal.
Nada, señora contestó Miguel, que ese muchacho quería abrir el vestido a Maximina para enseñar una soga que dice que trae. No, madre gritó Adolfo, es que ella me pegó, porque la llamé beatona. Tú te callas, tunante le dijo la madre encolerizada, aplicándole al mismo tiempo una soberbia bofetada que le enrojeció la mejilla. Adolfo se puso a clamar al verdadero Dios.
Palabra del Dia
Otros Mirando