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Cierto es que la miserable condición de Pepillo, enfermizo y lisiado, explicaba muy bien los mimos y consentimientos de sus padres. Muchas veces les decir dolorosamente: Si este niño tuviera salud y robustez como esos chiquitines que pasan por ahí... ¡aunque fuésemos tan pobres como un mendigo! Pepillo era en aquella casa tristeza y dolor. Gabriela, felicidad y alegría.

Iriberri era un viejecito pequeño, imberbe, con el aire enfermizo, el pelo rubio y los ojos ribeteados. Después he sabido que Iriberri fué uno de los capitanes más audaces de su tiempo. Iriberri me aseguró que Juan de Aguirre había estado, como él, haciendo el comercio de negros y de chinos hasta que fué apresada su urca por un crucero inglés.

Dos veces había visitado la Cartuja sólo por ver de cerca los lugares inmortalizados por el amor triste y enfermizo de una pareja de seres famosos. Su abuelo le había hablado muchas veces de «la francesa» de Valldemosa y su compañero «el músico».

Pero un día Keller la abandonó como ella había abandonado a otros; se fue arrastrado por el marchito encanto de una contralto tísica y lánguida, que tenía el enfermizo perfume, la malsana delicadeza de una flor de estufa.

No qué tiene que ver el orgullo con esto le observé. ¡Si es eso! Yo soy enfermizo, excitable, expuesto a continuos mirajes y debo equivocarme siempre. ¡, no! ¡Lo que dices es la ponderación justa de lo que has visto! Te juro... ¡Bah; déjame en paz! concluyó cada vez más irritado con mi tranquilidad, que era para él otra manifestación de orgullo.

Me escuchó al principio sin responder, como reducida a ese estado de abatimiento enfermizo o de fragilidad infantil que nos hace incapaces de comprender la dureza de ciertas ideas y de tomar una resolución. Separémonos le dije por completo. , separémonos, será lo mejor. No nos veamos más, olvidémosnos... París nos desunirá sobradamente sin que pongamos entre nosotros muchas leguas de distancia.

Se veía a él, pobre niño, enteco y enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin gustar jamás el placer de correr al aire libre como los hijos de los miserables pescadores, sin tener un compañero con quien comunicar sus inocentes pensamientos. Un día igual a otro. El cielo siempre plomizo. La mar bramando tristemente en las peñas.

Aquel hombre, débil y enfermizo, cuyo hermoso y triste semblante no parecía nacido para arrostrar escenas tan espantosas, nos infundía a todos misterioso ardor, sólo con el rayo de su mirada. »Pero Dios no quiso que saliera vivo de la terrible porfía.

Un estado un poco mas crónico, con mas flacidez en la piel, el aspecto mas enfermizo y con menos fenómenos congestivos, y menos recrudescencias flegmásicas, constituyen las indicaciones mas claras del aceite de hígado de bacalao.

Gabriel, con su aspecto enfermizo, su misterioso ensimismamiento y la historia confusa de sus grandes viajes por el mundo, no le inspiraba menos interés. Hasta hablaba con marcada deferencia al viejo Vara de palo, por ser hombre y estar viudo. Como decía el perrero, los pantalones volvían loca a la pobre en aquella casa donde la mayor parte de los hombres llevaban faldas.